jueves, 6 de octubre de 2022

El odio se enseña, inculca, legítima

Del escritorio de

Milton Tejada

Comentarios de Medios

6 de octubre, 2022

 

“…No se nace siendo racista, ni homófobo, ni xenófobo. El odio se enseña, se inculca y se legitima”

 (Editorial de El País, 5 de octubre, 2022).

 

El odio y la violencia: monstruos que pueden devorarnos

 

El odio se enseña, se inculca y se legítima. Y uno de sus mecanismos más idóneos conduce al miedo. El odio se sustenta en el miedo. Miedo a lo distinto. Hoy quiero presentarles el espejo de España para encender nuestras alertas y obviar actitudes y comportamientos de paquete.

 Mi punto de partida fue el asesinato de un tío del General (r) Soto Jiménez, en Puerto Plata. Un crimen, claro está. Sin embargo, la reacción de algunos lugareños de encender las casas (o casuchas) de haitianos porque “un haitiano” se asume como el homicida, es una reacción “de paquete”, de “odio”, de tomar la justicia por sus manos, con el agravante de que los “condenados” casi de seguro son inocentes.

 En España, nos lo indica el Editorial de El País de ayer, 5 de octubre, los números son alarmantes:

 El año pasado se investigaron 1.724 delitos con posible motivación de odio. Los que tienen origen en la homofobia o transfobia hacia la víctima aumentaron un 67,6% respecto a 2019 (466 casos investigados, según las cifras de Interior). En el caso de los delitos con móvil racista o xenófobo (639 denuncias investigadas), crecen un 24% en el mismo periodo. A mucha distancia se encuentra el móvil ideológico, la tercera causa más frecuente. Tanto la mayoría de víctimas como de agresores tienen entre 26 y 40 años, y un altísimo porcentaje de los agresores detenidos o investigados (81%) son hombres. Una de cada 10 víctimas de delitos de odio era menor de edad”.

 ¡Tremendo panorama!

 Quiero llamar la atención sobre el hecho de que los dominicanos -como lo indicaba el padre de nuestra sociología en el siglo XIX, Pedro Francisco Bonó- esperamos del Gobierno que ponga fin a la violencia, hablamos de políticas públicas ineficientes. Todo lo esperamos del Gobierno… dos siglos de historia y en eso no hemos cambiado.

 El Gobierno tiene un rol en la gestión para el control del delito. Se supone al Estado como poseedor de la violencia coercitiva (eso, al menos, dice la teoría).

 Sin embargo, más allá de los hechos que protagonizan los delincuentes -organizados o no- está el relato social del que somos poseedores, el relato de odio, de miedo, de desconfianza hacia el otro en razón de su condición social (los pobres versus los tutumpones), su condición racial (más bien de origen étnico), su condición de preferencias sexuales… ¿Alcanzamos a ver a las personas distintas de nosotros más allá de nuestros prejuicios?

 Debemos ser interpelados como sociedad. El odio y la violencia son monstruos que amenazan devorarnos. Como suelen decir en son de sabiduría popular: “El odio mata el alma y la envenena”. Y me pregunto si no estamos envenenados como sociedad. Te invito a preguntártelo con los otros -los diferentes- que están a tu alrededor.

 Concluyo con palabras del editorial citado (negritas mías):

“La culpa de la violencia es exclusiva del violento, pero cuando la motivación es el odio al diferente, el desprecio a su derecho mismo a existir, esa violencia nos interpela a actuar como sociedad. La violencia al grito de “negro” o “maricón” nos humilla al negar el derecho elemental de todas las personas a vivir en libertad e igualdad”.

 

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