Infotep:
Formación dual permitirá cambiar
Formación dual permitirá cambiar
fisonomía del mercado laboral RD
Intervención
del Lic. Rafael Ovalles, Director General del INFOTEP
En
el Desayuno Temático de la AIRD
Martes
27 de agosto 2019, 8:00 am
Muy buenos días:
A nombre del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) agradezco a la Asociación de Industrias de la República
Dominicana la invitación a hablar en este relevante escenario sobre la
formación dual como estrategia empresarial contra el desempleo juvenil.
El de la formación dual no es tema nuevo en la
relación del INFOTEP y el sector
empresarial. Desde hace treinta años forma parte del diálogo intersectorial sobre
las mejores y más pertinentes maneras de formar para el trabajo. Fue en 1988,
con la asistencia de la hoy Agencia Alemana de Cooperación Técnica, cuando iniciamos
la andadura colaborativa cuyos frutos son evidentes: de las dos carreras
técnicas inaugurales hemos pasado a 42, involucrando desde pymes hasta grandes
empresas y aumentando a ritmo análogo el número de beneficiarios.
Desde entonces hasta el 2018, egresaron de este
programa 8,525 técnicos, hombres y
mujeres, en 38 ocupaciones. De
ellos, el 89% contaba con un contrato de aprendizaje al momento de iniciar su
proceso formativo en la empresa. Digámoslo con números, que son siempre más
descriptivos: 7,562 de estos participantes estaban
contractualmente amparados. No menos
destacable es el número de empresas que, durante este tiempo, han respaldado el
programa de formación dual auspiciado por el INFOTEP: 1,000 empresas repartidas en todo el país.
Esta práctica compartida adquiere hoy nuevos
perfiles y dimensiones. Surgida en Alemania en los años sesenta del pasado
siglo como alternativa a la brecha entre la abundancia de profesionales
liberales y la insuficiencia de mano de obra calificada, la formación dual es
en nuestros días la respuesta a las exigencias de la globalización y la
integración de los mercados, por lo general complejas, pero también a las ingentes
necesidades derivadas de la actual interconexión de los procesos productivos.
Si hasta hace apenas unas pocas décadas, la
tercera revolución puso en el tapete productivo las innovaciones vinculadas a
las tecnologías de la información y la comunicación, a la automatización y a un
mayor uso de las energías renovables, la cuarta revolución industrial
nos aboca a la progresión exponencial de la robótica, del internet de las
cosas, de la big data, de la realidad virtual, de la impresión
tridimensional y de objetos controlados por la tecnología.
¿Cómo responder desde el contexto dominicano a
estos desafíos? No tengo una respuesta expedita y ni siquiera creo que la haya
en lo inmediato. La realidad de nuestro mercado laboral y productivo es desigual.
En él coexisten niveles muy disímiles de desarrollo. La microempresa, con un significativo peso en
el empleo y casi nula modernización, es todavía preponderante frente a empresas
productoras de bienes y servicios cuyos procesos se basan en tecnología de
punta.
Este desbalance, a todas luces multifactorial,
exige respuestas vigorosas que apuntalen y propicien, entre otras cosas, la
estabilidad económica, la competitividad y la propia modernización del conjunto
del aparato productivo.
En esa perspectiva, Gobierno y sectores
productivos tienen cuotas de responsabilidad complementarias destinadas a
solventar las carencias que nos afectan y a cumplir el propósito de elevar las
capacidades y habilidades de la fuerza laboral, mejorar el mercado interno y
aumentar el consumo para potenciar el círculo virtuoso del desarrollo.
Un tema recurrente
en el ámbito empresarial es la debilidad del capital humano. A los quejosos les
asiste razón. Atrás quedó ya el tiempo
de los saberes adquiridos mediante prácticas rutinarias y de la formación con
pretensión de totalidad. El nuevo paradigma es la formación continua de calidad
y, particularmente, la formación dual.
En el libro Aprendizaje de calidad: una perspectiva práctica para América Latina y
el Caribe, coordinado por Michael Axmann[1]
, se describe este aprendizaje como aquel que combina: “(a) la adquisición
de experiencia profesional que se aplica en el lugar de trabajo en forma
directa; y (b) el aprendizaje de conocimientos aplicados y experiencias que
permiten que los aprendices entiendan la lógica que respalda la tarea que se
les encomienda, enfrenten las situaciones no previstas y adquieran competencias
transferibles y de mayor nivel”. De conformidad con el texto, este proceso
se sustenta en cuatro pilares: “(1) el diálogo social; (2) la clara
definición de roles y responsabilidades; (3) un marco jurídico y, (4) acuerdos
de financiamiento compartido”, que son la garantía de su desenvolvimiento
exitoso.
La República Dominicana tiene sobre otros
países del área la ventaja de haber avanzado en cada uno de estos pilares, si
bien permanecen problemas que urge resolver. Tal es el caso, por ejemplo, de
ajustar la normativa de contratación de una cantidad mínima de participantes en
los acuerdos de formación dual, la regulación del registro en la Seguridad
Social y el tratamiento de los derechos laborales para empleados temporales o
menores de 18 años, como bien se apunta en el informe Estado de situación y políticas en materia de formación y empleo
juvenil en la República Dominicana[2]
.
El INFOTEP ha planteado en varias ocasiones, y
la replantea ahora, la necesidad de fomentar el diálogo que permita articular la
formación dual como opción relevante para cambiar la fisonomía de nuestro
mercado laboral y reducir las desigualdades sociales. Esto implica lograr
acuerdos sobre las reformulaciones que debe sufrir la FTP para cumplir más
cabalmente su cometido, entre ellas las atinentes a cuestiones como las mencionadas en el aludido informe.
Como órgano rector de la formación técnico
profesional, y como uno de los tres componentes del Sistema Nacional de
Educación, el INFOTEP ha venido trabajando junto al resto de los actores en la
definición del Marco Nacional de Cualificaciones que, grosso modo, tiene
por objeto
“integrar
y coordinar los subsistemas nacionales de educación y formación,
particularmente en los niveles técnico-profesional, y en mejorar la
transparencia, el acceso, la progresión y la calidad de las cualificaciones en
relación con el mercado de trabajo y la sociedad civil”.
Es decir, el MNC provee un corpus estandarizado para
organizar y dotar de coherencia a los aprendizajes en los diferentes niveles
del sistema.
Parejamente, la oferta curricular del INFOTEP ha
sido ampliada con la inclusión de oficios orientados al conocimiento y manejo
de las tecnologías y se ejecutan programas continuos de actualización de la
metodología docente en colaboración con la OIT/CINTERFOR, la Viceconsejería de
Formación Técnico Profesional del País Vasco y la Universidad de Ciencias
Aplicadas de la Universidad de Home, Finlandia.
Con la OIT/CINTERFOR y el Banco Interamericano
de Desarrollo estamos trabajando en la identificación de las oportunidades de
mejora en la implementación del programa de formación dual, que incluye
aprovechar la experiencia internacional para actualizarlo conforme las
tendencias y requerimientos de los sectores productivos, así como aumentar la cobertura nacional y
regional
Parte de este proceso de apalancamiento es la
colocación durante el trienio 2019-2021
de 3,222 aprendices distribuidos en
once ocupaciones nuevas y catorce ocupaciones tradicionales en empresas
ubicadas en las áreas de influencia de las cuatro regionales de la institución.
Único requisito exigido a los postulantes es
tener entre 16 a 25 años y una educación mínima del segundo año del primer
ciclo de secundaria. La opción por los más jóvenes no es arbitraria; se basa en
prospecciones de empleo para el futuro inmediato, ajustadas a la composición
demográfica y a las características presentes y futuras del mercado laboral.
En un país donde el 18.3% de la población tiene entre 15 y 24 años de edad y una tasa de desempleo juvenil ampliado[3] de
14%, la formación técnico
profesional y su modalidad dual son una real oportunidad de mejorar la
empleabilidad y disminuir los niveles de desigualdad social y la carencia de
oportunidades.
El énfasis que pone en el INFOTEP en la
formación dual procede, repetimos, de la certidumbre respecto a los beneficios
del modelo. Como ha sido comprobado por numerosos
estudios de caso y avalado por análisis teóricos, las empresas obtienen de la
formación dual considerables beneficios entre los cuales se cita, sin ánimo
limitativo:
·
La disponibilidad
de una lista de elegibles para futuros empleos y la facilidad de poder
reemplazar la nómina cuando factores generacionales así lo determinen.
·
La limitación de la
necesidad de selección externa de personal.
·
La reducción del
tiempo de formación del empleado potencial y, en consecuencia, de la inversión
en el proceso formativo.
·
La formación
ajustada a las necesidades de la empresa.
·
El aumento de la
capacidad innovadora.
Resultado constatable
del conjunto de estos beneficios es la mejoría de la competitividad a resultas de
una mayor y mejor productividad, basada no ya en un bajo coste derivado de
salarios insuficientes, sino en el rendimiento de las personas que realizarán
el trabajo. Vale decir, entonces, que la formación dual, al mejorar la
competitividad de las empresas, mejora también el empleo en lo cuantitativo y
lo cualitativo, aspectos ambos fundamentales para el desarrollo social y
económico del país.
El enfoque teórico que sustenta nuestro énfasis
en la formación técnico profesional, y en la formación dual como modelo de
colaboración público-privada, destaca su función de resorte de la movilidad
social, como bien se describe en los principios ordenadores y directrices de un
plan de acción regional propuestos en el documento La enseñanza y formación técnico profesional en América Latina y el
Caribe, una perspectiva regional hacia 2030, elaborado por la Oficina
Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe[4]
en el 2016, que apunta que la FTP,
fusiona las
ópticas económica y social de la EFTP al enfatizar el rol de esta educación en
promover y mejorar las oportunidades de empleabilidad y generación de ingresos
de los individuos, más allá de su extracción social, económica o cultural. Para
ello debe ofrecer entornos de aprendizaje pertinentes con los requerimientos
del sector productivo y con las necesidades de las personas para hacerlos
miembros plenos de la sociedad y que les permitan seguir aprendiendo (…).
Una revisión bibliográfica realizada por Rafael Novella y Yocelyn Samantha
Pérez-Dávila[5],
concluye en que, sin descartar contrastes y contradicciones surgidos de los diferentes
contextos nacionales, la formación dual tiende a aumentar la probabilidad de
empleo, la duración en el primer empleo, los salarios y el crecimiento salarial
posterior; mejora la transición hacia el empleo y permite la transferibilidad
de las habilidades adquiridas durante el proceso formativo.
Son estos impactos los que, en definitiva,
otorgan valor a la formación dual más allá de algunas interrogantes o problemas
de orden práctico que deben ser resueltos en una discusión abierta y franca
entre los sectores público, privado y sindical.
Tras casi cinco años en la dirección general
del INFOTEP, puedo asegurar que no abrigo dudas sobre la conveniencia y
eficacia de los programas de formación dual como instrumento de los sectores
productivos para contribuir a la creación de empleo decente, mejorar las
capacidades y habilidades de los recursos humanos, ampliar las posibilidades de
la población, sobre todo la joven, de obtener ingresos y, en definitiva, de propiciar
el acceso a un nivel de vida digno.
De ahí que insista en reiterar mi propuesta de
unir nuestras fuerzas para convertir la formación dual en la punta de lanza del
progreso y el bienestar de todos y de todas.
Los años de gobierno del presidente Danilo
Medina han trazado la pauta y abierto una sólida zapata para levantar un país
orgulloso de sí mismo, capaz de crear bienestar colectivo, de no dejar a nadie
atrás, como nos compelen a hacer la Agenda 2020-2030 de las Naciones Unidas y
nuestra propia Estrategia Nacional de Desarrollo.
En esa voluntad creadora de justicia del
presidente Medina, abreva nuestra perseverancia en elevar las habilidades del
capital humano para que contribuya de manera eficiente con los sectores
productivos a acelerar el motor de nuestro futuro.
Muchas gracias.
[1] Axmann, M. Aprendizaje de calidad. Una perspectiva práctica para
América Latina y el Caribe. OIT/CINTERFOR. Montevideo: OIT/CINTERFOR, 2018
[2] Caraballo, E.D., Pimentel, Sarah
(coordinación general). Los jóvenes dominicanos, esos desconocidos. Estado
de situación y políticas en materia de formación y empleo juvenil en la
República Dominicana. Santo Domingo: EDUCA/NEO/MEPyD. 2018.
[3] El desempleo ampliado incluye a aquellas personas sin empleo, que
no están buscando trabajo activamente, pero que aceptarían una oferta de
trabajo.
[4] http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/La-EFTP-en-LAC-perspectiva-regional-2030.pdf
(consultado el 18 de agosto de 2019)
[5] Novella, R., Pérez-Dávila,
Y. ¿Son Efectivos los Programas de Aprendices?: Lecciones para América
Latina y el Caribe? División de Mercados Laborales, Nota técnica No. IDB-NT
1219, Banco Interamericano de Desarrollo, julio 2017.