jueves, 29 de noviembre de 2012

Ligia Bonetti: 50 años, 5 décadas, una industria


Palabras de Ligia Bonetti Du-Breil, Presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana AIRD, en el Almuerzo Anual Aniversario 2012  “50 años, 5 décadas, una industria”

Panelistas en el almuerzo de la AIRD: Roberto Bonetti,
Franklin Báez Brugal, Elena Viyella de Paliza,
Manuel Estrella y Franklin León.
Naen el seno de una familia de industriales, que valora el proceso de construir y transformar un bien para convertirlo en otro. He admirado el ser parte de ese  este grupo privilegiado de hombres y mujeres que buscan no solo hacer un negocio rentable, sino que  disfrutan el placer de aportar a nuestro país empleos productivos, se entusiasman cuando pueden colocar un producto distinto y de altos estándares de calidad en el mercado local o extranjero, se ufanan de lo duro que es a veces sobrevivir y de que, sin embargo, lo han logrado…
Ser industrial es una pasión y un compromiso. Requiere disfrutar lo que hacemos y ser capaces de sostenernos en un sector cargado de múltiples y fuertes dificultades, haciendo de esto más que un oficio, una vocación.
Hoy queremos hacer historia y ayudar a construir conciencia colectiva, pues nos reúne un motivo especial: la Asociación de Industrias de la República Dominicana celebra sus 50 años de vida y nos honramos en presentar ante ustedes la obra de la autoría del Lic. Carlos Despradel     “50 Años de Desarrollo Industrial”, la cual relata el modo de pensar y de vivir de los industriales durante las últimas 5 décadas.
Desde un 7 de abril, hace medio siglo, cuando un grupo de hombres (y una mujer) decidió constituir formalmente esta institución, hemos estado presente en diversos momentos de nuestra historia, en contextos económicos, sociales y políticos que, muchas veces, cambiaron de modo gradual, pero otras de modo tumultuoso, desafiante y  lleno de confrontaciones.
Ese 7 de abril quedó constituida la primera directiva de la AIRD, formada, entre otros, por Horacio Alvarez Saviñón, Antonio Najri, Miguel Guerra Sánchez, Renato de Castro, Fernando Viyella y Gustavo Tavares.
Ligia Bonetti
Uno de nuestros fundadores se encuentra hoy con nosotros, Fernando Viyella. Para él les pido un fuerte aplauso. Y Don Antonio Najri, que hoy no pudo estar con nosotros, se encuentra representado por Marcial Najri.
En este medio siglo de existencia nos hemos movido en torno a una dinámica de cambios de reglas de juego y de esperanza. El optimismo, la apuesta por un país competitivo, el compromiso por ser parte de la construcción de mejores condiciones sociales vía el empleo digno, la defensa de la institucionalidad, la seguridad de que es posible expandir las fronteras vía las exportaciones y ofrecer al mercado interno productos de calidad… son y han sido guías del sector y de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD).
Revisando las páginas del libro que recorre nuestra trayectoria, vimos los hitos de nuestra historia industrial: desde nuestros primeros productores agrícolas hasta las industrias más sofisticadas de nuestros tiempos.
Permítanme pasar rápidamente por algunos  momentos y aspectos relevantes de estos 50 años.
A la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina la industria nacional era débil. El tejido del sector se enfocó, con apoyo de algunos incentivos estatales, en constituir empresas, invertir capitales, suplir la demanda interna y empezar a hacer intentos en las exportaciones, marco en que la Asociación dio sus primeros pasos, luego de fundada.
La respuesta, como un puente que se construyó en base a voluntad, fue un conjunto de iniciativas gubernamentales para impulsar este incipiente desarrollo de la industria, destacándose la Ley No. 4, o “Ley de Protección e Incentivo Industrial”, emitida durante el gobierno del Triunvirato  en el año 1963, imperfecta pero un primer esfuerzo válido, que fue sucedida por la Ley 299, también de “Incentivo y Protección Industrial”, promulgada cinco años más tarde, el 23 de abril de 1968, siendo este uno de los logros más significativos y en el cual la AIRD tuvo el papel protagónico, desde el sector privado. Esta Ley tuvo vigencia hasta el año 1983 cuando se promulgó la Ley No. 145 que modificó varios aspectos.
La industria dominicana ha contado además con diferentes instrumentos de promoción que han ido desapareciendo, desde los elevados aranceles, hasta las políticas cambiarias y los prestamos FIDE. En esos años la agroindustria como subsector jugó un peso cada vez más significativo.
Las reformas arancelarias y los tratados de libre comercio, empezando por el firmado con Centroamérica, luego con el Caribe, para continuar con Estados Unidos y la Unión Europea, son también hitos significativos que hemos vivido como sector y que han redefinido nuestro quehacer como industrias, obligándonos a adoptar cada vez más una cultura exportadora bajo la consigna “exportar o perecer”, pese que nuestros instrumentos de desarrollo e incentivo al desarrollo industrial se han quedado rezagados.
En las últimas dos décadas, el fomento de los clústeres productivos, el surgimiento del Consejo Nacional de Competitividad y de PROINDUSTRIA como mecanismos para apoyar la competitividad empresarial dominicana y del sector industrial en particular, así como la definición de una estrategia basada en rapidez y flexibilidad, han estado latentes.
En fin, la Asociación de Industrias de la República Dominicana ha sido un actor fundamental en el desarrollo del sector en estos 50 años. Muchos hombres y mujeres entregaron su tiempo y recursos para hacer de esta institución la organización más representativa de la industria y un interlocutor de primer orden a la hora de construir puentes con el gobierno, con otros sectores y hasta con nuestros competidores del extranjero.
Las actitudes y conductas puestas en evidencia durante estos 50 años hablan de un sector que siente pasión por la generación de riquezas y el bienestar social, que ha estado siempre dispuesto al diálogo, que se asume como ente con responsabilidad social y que se caracteriza por ser proactivo.
Optimistas, sí, el optimismo que se basa en el trabajo tesonero y que ha permitido a la AIRD ganarse la confianza de sus socios por haber actuado como un equipo hacia propósitos comunes, ligado por opiniones, afectos e intereses comunes.
Amigos y amigas,
Durante estos años, la economía dominicana ha exhibido una de las cifras de crecimiento económico más impresionante de la región. Hemos celebrado por años este logro que nos llena de orgullo como país, pero esto no es suficiente si queremos el bienestar de todos nuestros ciudadanos en un mundo globalizado, en el que se desarrolla una revolución tecnológica que podría estar dejándonos atrás.
Llegó la hora de actuar con cautela pues el dinamismo de otras épocas está sufriendo una  desaceleración importante y estamos siendo víctimas de lo que algunos economistas llaman el superciclo de precios de las materias primas, cargado de una gran volatilidad.
Está demostrado que el comercio exterior ha sido el principal canal de transmisión de la crisis internacional. Por ello,  la generación de empleos formales es la llave maestra para cerrar las brechas sociales.
Debemos avanzar hacia una estructura productiva más intensiva en conocimiento, mayor productividad y alta capacidad de generación de empleos.


Señoras y señores,
50 años después de fundada la asociación que hoy nos reúne, estoy más segura que nunca de que las políticas públicas debieran tener como trasfondo dotar a un país de las capacidades para producir más y mejor, es decir, elevar su productividad.
Lamentablemente el término de productividad prácticamente no existe en el discurso público dominicano y no constituye un eje articulador de políticas. Sin embargo, los principales indicadores de crecimiento y de bienestar de los países desarrollados y de aquellos emergentes que están despegando, demuestran que hay una correlación directa con el crecimiento de la productividad.
Para que un país sea competitivo, además de mantener sus costos de producción en línea con el de otros productores en el mercado mundial, debe de ir reduciéndolos continuamente e incrementar su productividad sustancialmente. Entre más rápido se reduzcan sus costos de producción, y entre más rápido se incremente la productividad y se mejore la calidad y variedad de los productos, mayor será el potencial para un incremento en los estándares de vida de ese país.
En nuestro caso, para incrementar los niveles de productividad en el país y generar más y mejores empleos, nuestros sectores productivos deben encontrarse en condiciones de aprovechar las oportunidades y enfrentar los retos que nos presenta la apertura comercial.
50 años después en nuestra historia, algunas de esas condiciones no se han dado en nuestro país, por lo que debemos tomar conciencia, para que las acciones tanto en el sector público, como en el privado se orienten hacia una mayor productividad.
Como decía Friedrich Nietzsche No es la fuerza, sino la perseverancia de los altos sentimientos la que hace a los hombres superiores” y es guiados por esa actitud que debemos repensar nuestra economía, como lo están haciendo la mayoría de las naciones.
La necesidad de un cambio en nuestro modelo económico se refleja en el empleo de nuestro sector manufacturero. En el año 2000 el empleo formal en la industria ascendía a 505 mil personas, mientras que en el 2011 esta cifra se redujo 400 mil. Señores, esto indica que a pesar del crecimiento sostenido que ha tenido nuestra economía, hemos perdido más de 100 mil empleos formales en el sector manufacturero en los últimos 10 años, esto es 1 de cada 5 empleos. Así no podremos cerrar las brechas productivas y sociales en el país.

Por otro lado, nos guste o no la apertura comercial, el libre comercio, nos ha obligado a cambiar los esquemas, los enfoques de nuestras empresas. Hubo un momento, en el siglo pasado, en que exportar era opcional para la industria nacional y que descansamos en áreas como la caña de azúcar o el tabaco. Hoy exportar no es una opción, es la prioridad para las industrias dominicanas, sin distinguir su tamaño, grandes, medianas y pequeñas. Exportar sin descuidar el mercado interno, ese que hemos suplido por tantas décadas y que debemos seguir consolidando y ampliando.
Quiero repetir aquí algo que indicamos en la clausura del 2do. Congreso Industrial: no podemos perder más tiempo en lograr convertir a la industria dominicana en la gran fuente de empleos formales que requiere nuestro país. Un nuevo empleo en el sector de la manufactura genera varios más en los sectores de servicios, pero un empleo que se pierde en nuestro sector, tiene un efecto multiplicador negativo, incrementando el empleo informal.

A pesar de todos los retos y tiempos difíciles vividos, el sector industrial sigue constituyendo el ancla de la economía dominicana y un importante motor en el desarrollo nacional.  Aportando más ingresos tributarios que cualquier otro sector de la economía nacional.

En el 2011 las exportaciones totales representaron el 48% de todos los ingresos corrientes de divisas generados por el país. Uno de cada 2 dólares que generó la economía resultó de las exportaciones nacionales y de zonas francas.

Sin duda alguna, la fe en la producción nacional y el  optimismo en lograr un desarrollo sostenido de nuestra nación, han constituido la base del trabajo tesonero de nuestras industrias y han sido precisamente esas las razones que le han permitido a la AIRD ganarse la confianza y credibilidad de sus socios y de la sociedad dominicana.
50 años después de habernos constituido, debemos seguir mirando nuestro futuro con optimismo y delinear junto al sector público la base para que la República Dominicana acelere el paso hacia el desarrollo.
Este camino implica minimizar nuestras debilidades y corregir nuestros errores, pero también retomar los ejemplos exitosos de nuestra realidad y sacar máximo provecho a las fortalezas y oportunidades que nos llenan de orgullo:
·         Contamos con una ubicación geografía excepcional que nos permite exportar fácilmente nuestros productos y al mismo tiempo convertirnos en un Hub de El Caribe
·         Tenemos una economía diversificada que nos facilita los encadenamientos productivos
·         Somos un país atractivo para la inversión extranjera y esto hace posible hacer alianzas estratégicas para aprovechar otros mercados. 
·         Contamos con un país que recibe más de 4 millones de turistas, que tiende a aumentar cada año
·         Aunque lamentablemente las importaciones se incrementan cada año, no hay dudas de que a los dominicanos les gusta consumir lo Hecho en RD.
·         Y sobre todo, contamos con los dominicanos, personas que siempre están dispuestas a dar lo mejor de sí a pesar de las dificultades.

Debemos hacer de este tiempo una bisagra en nuestra historia, pero para lograrlo debemos estar claros de que el mundo en que estamos viviendo es una oportunidad pero también una amenaza. Por ello, es imperioso luchar contra nuestras propias debilidades que no son otras que aquellos factores que nos impiden agregar mayor valor a los productos que fabricamos, pues está claro que la competencia internacional, en los próximos años, girará en torno a quién agrega más y mejor valor y quién crea más riqueza y bienestar para los pueblos.
El desarrollo productivo y tecnológico es un proyecto a largo plazo, no es espontáneo y tampoco gratuito. No hay atajos posibles en el camino al desarrollo, por lo que se requiere de confianza, trabajo conjunto y consensos en la sociedad. Por eso, nos sentimos complacidos con la iniciativa emprendida por el Gobierno de crear una mesa de seguimiento a las propuestas acordadas en el marco del 2do. Congreso de la Industria Dominicana y confiamos en que  a través del trabajo conjunto, pondremos en práctica muchas de las acciones y programas.  
Sobre estos temas tendremos que encontrar consensos. Pero ojo: lograr consensos no es sólo acordar palabras y buenas intenciones, sino lograr objetivos concretos y cuantificables. Al desarrollo hay que conquistarlo, con convicción y convencimiento.
Confrontemos únicamente contra nuestros propios problemas. Discutamos, con madurez, sobre lo sustancial, sobre lo que vale la pena. Debemos ver la crítica como un mensaje, no como rebeldía.
Y es que amigas y amigos, el desarrollo no se importa: surge desde adentro, desde nuestra propia fortaleza y es el resultado de un trabajo conjunto de toda la sociedad.
Debemos generar una nueva visión que incluya a todo el campo y a toda la industria. Los países desarrollados han logrado resolver este dilema. Esto es condición necesaria e ineludible para generar fuentes de empleo.
Si logramos esto, podremos encaminarnos a hacer realidad la Estrategia Nacional de Desarrollo que nos trazamos y generar los niveles de confianza que ahora más que nunca necesitamos para encaminar nuestro país hacia el verdadero desarrollo, sin ataduras, sin miedos, pero con real apertura y transparencia, aunque algunos se resistan.
Colegas industriales, empresarios,
Una convocatoria tan amplia como la de hoy es una demostración de que queremos actuar como un colectivo y no como individuos. Me llena de alegría mirar tantos amigos que representan a toda la sociedad dominicana. Ver a nuestros amigos sindicalistas, funcionarios, líderes de la prensa, académicos….me hace sentir que han valido la pena estos 50 años de entrega de las numerosas personas que con su empeño han hecho de la Asociación de Industrias lo que es hoy.
De lo que se trata de ahora en más es de generar un clima de confianza, un estado de conciencia colectiva que crea apasionadamente que el desarrollo es posible, cierto y realizable.
Es a este desafío apasionante al que ansiamos ser convocados, para aportar la potencia y el valor de la industria, para sumar nuestro pasado con el presente y sobre todo con nuestro futuro.
Ya escribimos el trazo grueso de nuestro guión. Ahora nos toca editarlo, producir y filmar los próximos 50 años, para que nuestra película sea mejor que la primera.
Pues como dijo Benjamín Franklin “La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”.

Muchas gracias.

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