Las encuestas, su objetividad y la guerra de las encuestas
Breve reflexión de Antonio Lluberes, sacerdote jesuita, sobre las
encuestas. Tomado de su perfil de Facebook. “Son creíbles tanto cuanto lo es la persona quien la patrocina o la
firma que la realiza”, nos dice.
Las encuestas, las encuestas van a dar mucho que hablar. ¿Qué podemos
decir? Las encuestas son un recurso tan científico como lo son los análisis de
sangre. Ellas dicen la verdad si se respetan los métodos de trabajo. Veamos.
Las encuestas son un método de análisis de la opinión popular.
Las encuestas están constituidas por una serie de preguntas dirigidas a
una porción de una población, y tiene como finalidad averiguar estados de
opinión, actitudes o comportamientos de las personas ante asuntos específicos.
El objeto de la encuesta no solo es político, puede ser la opinión de la gente
sobre un producto comercial, un tema religiosa, la audiencia de una emisora,
por decir ejemplos. Ellas reflejan la opinión, la tendencia, la intención de
una población en un momento muy preciso, en el momento en que se consulta la
opinión de la gente.
Sus resultados pueden ser para uso privado o para ser dadas a conocer al
público según el interés de quien las patrocina. Están también sujetas a error.
Un error provendría de la no observación de las reglas de procedimiento. Pero
otro provendría de la malicia de quien las hace que falsea conscientemente los
resultados.
Las encuestas son también un instrumento de la batalla electoral. Los
grupos políticos o partidos sesgan los datos para distorsionar la realidad. Así
restan por cientos de intención de votos a sus contendores para debilitarlos o
se suman puntos para hacer creer su progreso. Es frecuente que salgan muchas
encuestas, unas para contraatacar a las otras.
Las encuestas son creíbles tanto cuanto lo es la persona quien la
patrocina o la firma que la realiza.
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