jueves, 25 de febrero de 2016

Subrayando / Los jóvenes y el sistema

Los jóvenes no se ven representados por el sistema
(Contribuido de El Mercantil / Editorial, Febrero 2016, pg. 14).

No debería extrañarnos, al contrario, lo que sería contradictorio es que una nueva generación de jóvenes asumieran como válidas las ya caducas matrices política, económica, administrativa y, por supuesto, laboral que constituyen el sistema actual. Eso está ocurriendo en Estados Unidos y España, por nombrar sólo dos países, aunque la situación aquí no es distinta, simplemente no ha existido una movilización realmente integrada que los haga participar de un cambio. Ello sólo puede partir de las universidades y alejándose de líderes convencionales, apegados a los partidos existentes, que al final acaban buscando lo suyo.

Mientras, en Norteamérica Bernie Sanders, una persona de edad que cuenta con el fuerte apoyo de jóvenes que ansían plantar cara al poder financiero y conseguir una sociedad más igualitaria, está logrando cada vez mejores expectativas de voto ciudadano. Sanders, estratégicamente, supo cómo ‘atacar’ a su contrincante demócrata, la asoció a la casta política, al sistema actual, a Wall Street.
Hillary Clinton reaccionó tarde y sólo cuando se vio asolada por la derrota en la última convención, afirmó en su discurso que sabía que debería presentar una propuesta más concreta a los jóvenes. Sanders representa el “no queremos más de lo mismo”. ¿Sería lógico pensar que eso es lo que, tarde o temprano, va a ocurrir aquí?


La evolución social y económica está haciendo que el pensamiento político de los ciudadanos se perfile hacia una confrontación que viven en el día a día: los que están arriba y los que están abajo. La desigualdad hace que la posibilidad de pertenecer o simpatizar con un partido político donde luchen ‘codo a codo’ ricos junto a pobres se desvanezca. Ya no se trata de ser conservadores o progresistas, se trata de justicia social, se trata de opulencia y pobreza, se trata de acumulación de bienes y de falta de ellos, se trata de que unos son privilegiados porque con su dinero acceden a la mejor educación y sanidad, mientras otros, aun siendo estos servicios públicos y mediocres, tienen que pagar por ellos; y se trata de una clase media machacada. Empieza a ser difícil que un rico pueda representar a la gente de escasos recursos, y resulta que esa gente es mayoría ciudadana. Vienen cambios, facilitados también por la torpeza de los de arriba. En nuestro caso, mientras la tónica sea seducir al pobre con engaños y dé resultados, el discurrir será más lento. Pero no va a poder seguir mucho tiempo así, porque los jóvenes no se identifican con este sistema.

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