miércoles, 27 de julio de 2016

Deficientes y padres normales

La aceptación, el primer derecho
Fanny Tejada R.
La tía Fanny es para mi una segunda madre. Me acogió en su casa en dos ocasiones. Primero en Santiago, teniendo yo 11 años, y luego en Santo Domingo, cuando terminaba el bachillerato en 1976, para que yo pudiese continuar mis estudios. Siempre ha estado pendiente de mi y actualmente me encuentro escribiendo su historia de vida lo cual ha sido una hermosa travesía por una existencia de 84 años que ha tenido como obsesión el servicio. Madre de una persona con Sindrome de Dawn, ella comprendió temprano que la aceptación y el amor eran la primera condición para que Roselín, su hija, pudiese desarrollar todas sus capacidades y se sintiera amada. Aquí reproduzco una página de su libro "Mis vivencias en Fe y Luz - 1997).

El 9 de diciembre de 1975 se proclamó una Declración de los Derechos de las Personas Disminuidas. Independientemente de esta proclama internacional yo sigo creyendo que el primer derecho de un deficiente mental es la aceptación y, sobre todo, la de sus padres. Por lo tanto, el deficiente mental debe tener padres normales.
Padres normales quiere decir, para mí, unos padres que comprendan que la relación con el hijo especial ha de ser compatible con la relación naturalcon el resto de la familia, con los amigos, contodo el mundo, sin importar que al caminar por la calle se queden mirándonos.
Normales quiere decir padres que no sigan rumiando su infortunio toda la vida, sino que saben amar y disfrutar las pequeñas o grandes satisfacciones que le proporciona el hijo o hija y la vida misma.
Padres normales quiere decir que no vivan autocastigándose por una patología de su conciencia.
Padres que desarrollen constructivamente su normalidad de persona y no alimenten de manera enfermiza su rol de padre o madre especial.
Los deficientes intelectuales necesitan unos padres que canten, bailen, que disfruten la vida y que con su actitud no le estén diciendo al hijo entodo momento: Tú has venido a ser una carga para mí. Esto no significa que los padres no sientan angustia al enterarse del retardo de su hijo o hija. Esa angustia es lógica si tomamos en cuenta que queremos lo mejor para nuestros hijos. Pero mientras más breve es esa etapa,más podemos ayudar a nuestro hijo o hija.
Cuando hablamos de la normalidad de los padres no pretendemos que no se sufra esa angustia, sino que no se anquilose en esa etapa, y que acepte la realidad y luche por sacar adelante a su hijo o hija.
En ese proceso de aceptar la situación y salir adelante, la mayoría de las veces rsulta muy dolorosa la actitud de los otros. Los otros que no saben qué decir, pero qué miran y miran a nuestro hijo o hija con una mirada de curiosidad que le hacen y nos hacen sentir mal.
Los otros que voltean la cabeza, para que no veamos su risa; no podemos decirles nada, pero ¿Y el sufrimiento? ¿Y el resentimiento? Queda ahí. Y están los otros que más producen heridas, los quemanifiestan abiertamente su lástima:
-¡Qué desgracia!
-¡Qué pena!
-¿Cómo puede mantener el ánimo?




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