Palabras de Ligia Bonetti en el
desayuno temático de la
Asociación de Industrias de la
República Dominicana.
Invitado: Luis Ramón Rodríguez,
Ministro de Agricultura.
3 de Abril, 2014.
Eje clave de las exportaciones: la
agroindustria
Hacer
de República Dominicana una nación netamente exportadora no es una meta fácil.
Se requiere competitividad en las empresas y un marco productivo que facilite
esta competitividad. Sin embargo, lo que es seguro es que la débil articulación
de los sectores productivos entre sí, dificulta las tareas necesarias para este
propósito.
Desde
la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) hemos
identificado “nichos de mercado”, nos hemos esforzado en aportar capacitación a
nuestros colaboradores, hemos avanzado en diversificar la oferta exportadora,
hemos logrado tomar medidas defensivas del mercado interno para apoyar una
justa competencia, hemos ajustado nuestra producción industrial -en su mayor parte- a estándares internacionales
de calidad… pero (lamentablemente hay peros) no hemos logrado que nuestra
balanza comercial se torne favorable. A nueve meses de una masiva
liberalización vía el DR-CAFTA, todavía no aprovechamos adecuadamente ese
camino de dos vías (al igual que tampoco el del acuerdo con la Unión Europea).
El
Ministro de Agricultura, Luis Ramón Rodríguez, que hoy nos acompaña, expresaba
hace unos meses que “en la cultura
nacional y la psiquis empresarial existe un freno mental que dice: no podemos…
pero hemos demostrado que podemos y en muchos casos estamos pudiendo y lo
estamos haciendo muy bien”. Uno de
estos aspectos en donde hemos demostrado que podemos y que podemos hacerlo bien
es, precisamente, la agroindustria.
República
Dominicana, como muchas naciones de América Latina centró, durante muchos años
del siglo pasado, su aparato productivo en el cultivo agrícola y pecuario.
Bienes primarios que eran destinados al mercado interno y algunos rubros para
la exportación. Una economía, con barcos llevando el confite: azúcar, café,
cacao y tabaco. Productos que siguen aportando mucho a la economía y a nuestras
exportacciones, pero que ya no son suficientes si no les añadimos valor y
pensamos en sub-productos.
Para el sector agropecuario y el industrial es
fundamental que la industria sea el instrumento que permita agregar valor a la
agropecuaria, y que la agropecuaria sea un punto de origen clave para
desarrollos industriales.
Creemos que nuestras actuales autoridades han
entendido esto, pues están promoviendo el financiamiento en el campo, y lo están
haciendo bajo un esquema de asociatividad que se hace necesario para que la
pequeña agricultura pueda encadenarse con la industria y pueda a su vez ser
rentable y significar bienestar social y no una carga para el erario público.
Es correcto enarbolar la bandera de la industrialización
de productos pocos tradicionales, como frutos y especies de diversos tipos, así
como de productos tradicionales como el cacao.
Estamos pasando a pensar de manera
ofensiva, y no sólo de manera defensiva. Es importante,
y lo debemos hacer a pesar de constreñimientos estructurales muy fuertes que
van desde una energía costosa, un rígido código laboral, la baja calidad de la
mano de obra que tenemos, un marco fiscal que no termina de incentivar la
formalización, entre otros aspectos limitativos. Si a esto se suma una carencia
de financiamiento hacia la agroindustria, vemos parte de las causas para
reducir la expansión que pueda tenerse en este subsector industrial.
Hoy
en día, agregar valor a la agricultura supone retornar el financiamiento al
campo, a la agroindustria, en condiciones que permitan, por un lado, ser
competitivos, pero por otro, que no se conviertan en un barril sin fondo y sin
orientación. Financiamiento que ha de establecer sus áreas prioritarias,
estratégicas, sin descuidar el quehacer productivo natural de algunas
comunidades que no siempre pueden integrarse con criterios de rentabilidad
inmediata. Actualmente es muy baja la banda de los productores agropecuarios
que se manejan con criterios de rentabilidad sostenida. Esto tiene que cambiar.
Buscando sinergia entre agro e industria
Es
necesario que la industria vuelva sus ojos hacia el origen de su materia prima.
Tiene que haber esa sinergia. No es un tema nuevo. Los indígenas fabricaban el
casabe, a partir de la yuca, dándole así valor agregado. Caña de azúcar
fortaleció sus vínculos con la industria del ron en el siglo XIX, así como con
melaza para el ganado; el tabaco para cigarros fabricados a mano; el cacao y el
café como productos elaborados para la sobremesa; el maní y el coco con la
fabricación de aceites; guandules y habichuelas enlatados, con procesos propios
de la industria; la industria cárnica y de embutidos con fuertes preferencias
en el consumo interno; la pequeña y mediana industria del dulce, así como la
industria de derivados lácteos…el empaque de víveres; el procesamiento de
cítricos…y así una larga lista que podríamos tardar varios minutos en enumerar
y que indica los fuertes vínculos de la agricultura y la industria en nuestro país.
La
Asociación de Industrias de la República Dominicana está dejando huellas en ese
sentido. Un ejemplo lo es la formación del clúster del cacao y sus derivados y
más recientemente el de productos de molinería. Gracias al clúster de cacao hoy
es más fácil el diálogo abierto entre los productores y los procesadores, hay
una expansión de la siembra de cacao, lo cual se ha visto favorecido por el
incremento de precios a nivel internacional y sobre todo hemos fomentado la
innovacción en la fabricación de varios nuevos productos industriales de
chocolate que sentimos el orgullo de encontrar en los supermercados y comercios
.
Otro
aspecto en donde es necesario seguir fortaleciendo sinergias es en la
articulación triple entre agro, industria y turismo. Hay mucho espacio de
mejora en un segmento de mercado cuyos parámetros de calidad en el consumo son
internacionales. Calidad, empaque, clasificación, comercialización… son
desafíos que tiene la agropecuaria en la tarea de un mayor encadenamiento con
el sector turístico y si se trata de bienes agroindustriales, los desafíos son
similares.
Aquí
podría mencionar decenas de industrias que han logrado esta sinergia, pero es
insuficiente. Queremos más, queremos mejor integración, queremos una marcha unida
entre agropecuaria e industria.
Romper
ese freno mental –tanto público como privado- al que hacía alusión el Ministro
de Agricultura, es una tarea titánica y tiene en la articulación
agropecuaria-industria uno de sus mejores instrumentos.
Esto que planteamos no es nada nuevo, pero hoy en día se requiere con urgencia una articulación intencional, con
propósitos claves medibles en el tiempo, con sectores definidos a priorizar,
sin negar las iniciativas que puedan irse dando en otros rubros emergentes.
Estamos
llamados no sólo a mejorar la rentabilidad de la agropecuaria y de la
industria, sino también la calidad de vida de la gente que vive en las zonas
rurales o que vive de las zonas rurales… en definitiva, cuando se trata de
agregar valor es un tema en que todos estamos llamados a ganar. Ese es el
desafío, es la meta.
Gracias.
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