Palabras del Sr. Campos De Moya, presidente de la
Asociación de Industrias de la República Dominicana, en el Acto con motivo del
Día de la Industria Nacional y entrega del Premio George Arzeno Brugal al
Periodismo sobre la Industria Nacional
Jueves 5 de abril de 2018, 12:30 PM en el Salón
Empresarial
(Saludos).
Campos De Moya, presidente de la AIRD, mientras lee la Proclama del Día de la Industria Nacional / República Dominicana |
Vivimos en la era de la Industria 4.0. La era de la inteligencia
artificial, de la impresión 3D. Esto, amigos y amigas, no es ciencia ficción. Vivimos
en la era del Internet, máquinas conectadas, vehículos autónomos que podrían
comunicarse entre sí para evitar accidentes, del uso intensivo de big data en
la toma de decisiones y del conocimiento como requisito indispensable del
cambio permanente.
Son cambios que nos parecen lejanos, pero están al abrir la puerta. Las oportunidades
son amplias y diversas, pero también los riesgos, incluyendo la obsolescencia
de sectores o procesos de los que dependen millones de empleos.
Mientras ocurren estos
avances extraordinarios, algunas de nuestras economías apenas inician la
tercera revolución industrial. Nos encontramos rezagados, pero ante esta veloz
carrera no hay vuelta atrás pues todos
los expertos y países en el mundo se han percatado que el único camino para
salir del sub-desarrollo es industrialización.
Hoy en día la importancia y pertinencia de las
políticas industriales son cada vez más reconocidas por importantes economistas
y líderes de todas las posiciones del espectro ideológico. Por eso vemos a Estados Unidos enfrentándose en una guerra comercial frente a China para
fortalecer, precisamente, su producción industrial. Ellos tienen la capacidad
de hacer eso y mucho más, tienen la capacidad de mover las fichas y hacernos
temblar. Pero ¿qué puede hacer una
economía tan pequeña como la nuestra para enfrentar estos retos y entrar en el
camino de la industrialización?
Los especialistas entienden por política industrial el
conjunto de políticas comerciales, de asignación de recursos financieros,
políticas de ciencia y tecnología, de compras gubernamentales, de inversión
extranjera directa, de propiedad intelectual, de acumulación de conocimientos,
información y habilidades, que cuentan con un marco institucional eficiente.
Para países como el nuestro la clave para la
industrialización es planificar y “aprender a aprovechar oportunidades
tecnológicas y medidas que están disponibles en el resto del mundo. Tener la capacidad
política para dirigir o redirigir recursos hacia los actores capaces de lograr grandes
transformaciones y de no apoyarlos si es necesario.
Si
estas son las caracteristicas que los expertos consideran determinan una
estrategia industrial exitosa, echemos una mirada a lo que ha sucedido en
nuestro país en algunas de ellas para encontrar oportunidades.
En
cuanto a la política comercial:
Después de dar término a la política de
sustitución de importaciones en la década de los 70s, y de haber apoyado una
incipiente industrialización a través de instrumentos financieros y otros incentivos,
República Dominicana abrió sus fronteras
sin haber definido estrategias intersectoriales, de valor agregado y sin
ninguna estrategia de política industrial. El resultado: un proceso de desindustrialización
cada vez más profundo que es necesario revertir y del que la AIRD ha
mantenido una alerta permanente, un incremento significativo de las
importaciones, un congelamiento en las fuentes de empleos formales y un déficit
comercial cada vez más elevado.
Los cambios en el sector industrial han sido dramáticos. A pesar de ser
uno de los sectores de la economía con mayor estabilidad en su crecimiento,
este ha sido el que el que ha crecido menos en promedio con respecto al resto
de la economía dominicana.
El impacto de las importaciones en nuestra economía como consecuencia de
la apertura de mercados y la ausencia de políticas industriales es todavía más
impactante.
Una verdadera política comercial no es aquella que sólo se enfoca en
visualizar oportunidades de acceso a mercados externos, sino también y sobre
todo a defender nuestra producción y nuestro mercado. Es positivo crear una
política enfocada hacia las exportaciones y ¡Qué bueno que el Gobierno declaró
este año el “Año del Fomento a las Exportaciones”! Sin embargo, no ganamos nada
si duplicamos las exportaciones, pero importamos 20 veces lo que exportamos. Lo que producimos aquí produce empleos
aquí, genera impuestos aquí, mueve la economía de aquí y ahorra divisas a
nuestro país.
En términos llanos, la política comercial no es más que una lucha por
disminuir los déficits comerciales de los países y eso es lo que no debemos
perder de vista. Salvando las diferencias, eso es lo que está mirando
actualmente Estados Unidos, que como vemos en este gráfico ha vivido una
experiencia parecida a la nuestra.
En cuanto a
lineamientos en la asignación
de recursos financieros:
Lamentablemente en las últimas décadas no hemos contado con políticas claras
destinadas a fortalecer la producción y las exportaciones, sobre todo en la
etapa de apertura comercial y de firma de tratados de libre comercio, lo que se
evidencia en el bajo nivel de financiamiento destinado al sector industrial.
La ausencia de instrumentos financieros de desarrollo a largo plazo y
de apoyo financiero a la tecnología, la innovación, a la maquinaria industrial
o matching grants, han retrasado nuestro desarrollo industrial, en momentos en que otras economías mucho
más grandes que la nuestra no solo cuentan con numerosos instrumentos, sino que
hasta se ufanan de otorgar subsidios directos a sus sectores productivos.
Los beneficios de estos
instrumentos están a la vista reciente, solo tenemos que ver cómo aumentó el
crédito industrial con la medida tomada el año pasado por la Junta Monetaria de
disminución del encaje legal a los sectores productivos o mirar muchos más lejos
el efecto positivo en la industria de los prestamos FIDE.
Debemos analizar también el impacto de las políticas de tributación en
el sector industrial frente a las importaciones, la informalidad, la evasión y
el contrabando en el sector industrial, como eficientemente lo están haciendo
nuestras oficinas recaudadoras, pues la industria es uno de los sectores con
mayor nivel de presión tributaria.
Cualquier incremento impositivo desmesurado puede crear una desventaja
comparativa frente a las importaciones. La competencia no es local es global y
por ello debemos analizar el impacto que
tienen las medidas administrativas en la competitividad de las industrias.
Por ejemplo, impedir la devolución o el crédito del ITBIS pagado por los
productores cuando venden productos sin ITBIS sería colocar al productor
nacional en una competencia desleal frente al importador de un bien exento.
Somos una industria que
exhibe un índice de formalidad superior al 70%, mientras que el de la población
total apenas fue ligeramente superior al 50% con empleos de mayor cualificación
y cuyo salario promedio, según estadísticas de la Tesorería de la Seguridad
Social –TSS- es superior a la mayoría de los sectores de la economía.
Somos una industria
portadora de orgullo nacional, extendida por toda la geografía, pequeña,
mediana y grande.
En cuanto a estrategias
de atracción de inversión extranjera:
Sin duda alguna nuestro país puede vanagloriarse de ser uno de los
países latinoamericanos más exitosos en atracción de inversión extranjera, pero
una política industrial debe contar con una estrategia clara de atracción de
inversiones que promueva el desarrollo local, la innovación, la transferencia
de conocimiento, el valor agregado y el ahorro de divisas, a través de los
encadenamientos productivos.
No debemos seguir contando con una estructura fiscal y procedimientos
administrativos que favorezcan la importación en lugar de los encadenamientos
productivos entre sectores. Para que tengan solo un ejemplo, para vender desde
una industria nacional sin ITBIS a una empresa ubicada en un régimen fiscal
especial como zona franca u hotel, la industria debe solicitar más de 4
permisos y agotar un proceso que puede durar hasta 60 días, mientras que esa
misma empresa de zona franca o ese hotel puede importar ese bien sin ITBIS y
arancel en un solo día, con sólo digitar su régimen fiscal en el sistema de
aduanas.
Y es que hemos sido muy eficientes
en la agilización de los procesos de facilitación comercial en las aduanas. Eso
es muy bueno, pero debemos ser así de exitosos fortaleciendo los
encadenamientos productivos y el valor agregado nacional.
Para sacar más provecho de la inversión extranjera directa es
importante adoptar políticas administrativas, fiscales y formativas locales
orientadas a que las empresas nacionales puedan suplir eficientemente y con
mayores estándares de calidad a las empresas extranjeras.
Es nuestra opinión que debemos ser capaces de atraer importantes
inversiones mineras que pueden aportar muchos ingresos fiscales al país que
tanto necesitamos, velando porque cuenten con la tecnología y las herramientas
necesarias para que esa inversión no afecte nuestro ambiente, que las hagan
ambiental y socialmente sostenible.
En cuanto a las políticas de compras gubernamentales:
Los expertos coinciden en que un elemento central del desarrollo
productivo de las naciones se encuentra en las estrategias y acciones tomadas por
los gobiernos en las compras gubernamentales. No queremos dejar entrever que
queremos acciones proteccionistas, lo que queremos es que se tome en cuenta el desarrollo productivo en todas las
decisiones del Estado, sobre todo en las compras gubernamentales. Por
ejemplo, una decision académica positiva como la tomada por el Ministerio de
Educación de cambiar los uniformes para adecuarlos a las tendencias educativas,
debería hacerse tomando en cuenta el fortalecimiento de nuestro aparato
productivo. Debería haber un acompañamiento y proceso gradual para lograr que
ese cambio se realice conjuntamente con la adecuacion de nuestras empresas
textiles, sobre todo las pymes. Lo mismo debería hacerse con las compras de
medicamentos para los hospitales y equipos y muebles para escuelas, entre
muchos otros.
No es mucho pedir que
pensemos siempre en nuestro desarrollo productivo antes de tomar cualquier
decision gubernamental, incluyendo cualquier cambio administrativo que
incremente los costos de producción, como sucedió recientemente con el anuncio
del aumento del peaje de transmision de la tarifa eléctrica.
Cambiar, cambiar
En fin, nos encontramos en un contexto interno y externo de mucha
fragilidad y volatilidad. Es un contexto en el que estamos obligados a
adaptarnos, cambiar, sobrevivir.
El principal socio comercial de República Dominicana, Estados Unidos, se
encuentra en un proceso de redefinición de sus políticas productivas y que
busca fomentar que las grandes empresas americanas privilegien el territorio de
su país como espacio de producción y vuelvan los ojos hacia el trabajador y el
consumidor estadounidense. En lo fiscal, las tasas impositivas se reducen de
35% a 21% a las corporaciones, sin condiciones. Además, un bono de deducción de
depreciación de un 100% para la adquisición de planta y equipamiento para los
próximos cinco años (mucho más lejos que Pro-Industria).
Ante este panorama en México, por ejemplo, se debate la manera de hacer
frente a esta reforma promoviendo la reinversión de utilidades para nuevas
inversiones, mientras nosotros estamos eliminando el único incentivo de
reinversión que tiene la industria local.
Miremos también los
países del este de Asia, los cuales han alcanzado niveles significativos de
desarrollo económico y social en apenas 20 años.
Pero todos los modelos enfocados a evitar o reducir sus déficits fiscales y a empujar su economía
doméstica y sus exportaciones.
Pero no tenemos que volver los ojos a puntos tan distantes para darnos
cuenta que algunos países de América Latina han estado y están impulsando
políticas productivas que fomentan y fortalecen su industrialización, como Colombia,
Argentina, Chile ...
Las
políticas industriales exitosas se diferencian de las menos exitosas en la
fuerte coordinación entre los sectores público y privado, una apuesta a la
industria manufacturera, apoyada con financiamiento, fortaleza institucional
afín a los objetivos estratégicos y compromiso del liderazgo político en sus
más altos niveles. EN TRES PALABRAS: VOLUNTAD, COMPROMISO y CONSISTENCIA.
Desafíos de una
nueva era de industrialización
Las economías y sociedades exitosas no asumen como pauta principal el
adaptarse a los cambios, sino el generarlos.
Estamos llamados a planificar nuestro desarrollo
con inversiones que nos permitan implementar cambios estructurales en nuestra
economía. Estamos ante una hermosa oportunidad de dotar a República Dominicana
de base sólida para el desarrollo económico y social.
Una parte importante de esa oportunidad la
constituye la posibilidad de una nueva era
de industrialización que podamos asociar a la transformación tecnológica y
productiva, ambientalmente amigable, capaz de generar empleos de calidad y de
sostener el crecimiento económico que hemos tenido en los últimos 20 años. La
transformación del modelo económico dominicano está llamada a hacer de la
industria la punta de lanza de este desarrollo.
Tenemos el desafío de constituirnos en una sociedad en que la innovación
sea estimulada, en que cerrarse a las formas más eficientes de hacer las cosas
sea visto como un “pecado capital” que solo lleva a la improductividad y al
deterioro. En que las industrias trabajen en nuevos productos para las
necesidades de los mercados, nuevos procesos para ser más eficientes, nuevas
reglas laborales más flexibles, así como nuevas formas de organizarse y de
generar servicios. Es una obligación compartida y compartidos son también sus
frutos.
Tenemos el desafío de tomar el camino de incremento permanente de la
productividad en un marco de políticas públicas que visualice con claridad que
el desarrollo social más sólido es el que se fundamenta también en el
desarrollo sostenible de la industria y de la producción nacional.
Tenemos el desafío de lograr que nuestras academias tengan la obsesión
de formar para la producción, haciendo factible que las industrias podamos
continuar siendo el espacio adecuado para la generación de empleos formales, el
incremento de las recaudaciones, la garantía de bienestar para las personas y
los hogares.
Tenemos el desafío de incrementar significativamente el nivel de crédito
al sector industrial, que el respaldo financiero a la producción agrícola e
industrial sea factible en un marco de reglas que lo faciliten para la banca
pública y privada.
Tenemos el reto de lograr que cada vez más empresas se articulen en enlaces
productivos, sabiendo que esta articulación es mucho más que la simple suma de
las partes, pues los encadenamientos generan una sinergia que beneficia a
todos, incluyendo a otros sectores importantes como el turismo.
Afirmamos que es posible que en los barcos se destaque el “HechoenRD”, y
que también es posible que nuestras empresas se establezcan en suelos
extranjeros, se internacionalicen, presentando desde el interior de esos
mercados el orgullo de la producción dominicana, de la capacidad nacional, de la
inventiva criolla.
Tenemos el desafío de lograr el desarrollo de capacidades públicas, que
las instituciones del Estado se conviertan en facilitadora de la producción
nacional, valoren cada medida a la luz de consolidar el aparato productivo
–tanto de bienes como de servicios- y, sin contravenir las reglas y acuerdos
internacionales, rompan con el sesgo pro-importador que parece primar hoy en
día.
Un documento de la CEPAL tiene un título llamativo: “se necesitan dos
para tanguear” (bailar el tango). En República Dominicana podríamos decir que estamos llamados a bailar un sabroso
merengue entre el sector público y privado, en donde se necesita que no nos
pisemos los pies, sino que cada cual juegue su papel, manteniendo el ritmo, sabiendo
que para ser calificados como buenos en el mercado necesitamos escuchar la
misma melodía.
Estamos a la puerta del Tercer Congreso Industrial, de lo cual
anunciaremos detalles próximamente. Sin embargo, desde ahora hemos de decir que
el éxito del Congreso y las posibilidades de empujar una nueva
industrialización es una tarea de todos.
La AIRD, en su aniversario y con motivo del Día de la Industria y
reconociendo la labor de periodistas bajo el legado de un ilustre industrial
como don Georgie Arzeno Brugal, sabe que el camino no es fácil, pero está
segura de que somos un país llamado a ser un país ganador.
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