Palabras de Circe Almánzar, Vicepresidenta Ejecutiva de la AIRD en
la puesta en circulación de la investigación: Análisis del Capital Intelectual
de empresas dominicanas: la importancia de las ideas y del conocimiento.
(Saludos)
La Asociación de Industrias
de la República Dominicana (AIRD) ha reiterado, en diversas ocasiones, la
necesidad de un cambio en el modelo de desarrollo económico dominicano, de modo
que se privilegie a los sectores productores de bienes transables, se
fortalezca la generación de divisas vía las exportaciones y se genere una mayor
cantidad de empleos con cada vez más mayor valor agregado.
Siendo consecuentes con
este planteamiento, el 2do. Congreso de la Industria Dominicana, en la Mesa de
Capital Humano, Desarrollo e Investigación, formuló un conjunto de propuestas
que significarían un gran empuje al desarrollo del capital intelectual y la
innovación y desarrollo en el país.
Entre estas propuestas,
se planteó declarar de alta prioridad la gestión de intangibles, como el stock
de conocimiento y el capital intelectual de las empresas fortaleciendo el
proceso interno de aprendizaje.
Además, la necesidad de
crear una instancia nacional de carácter público-privado para acreditación de
competencias y certificación de procesos de formación con el objeto de
fortalecer los conocimientos y habilidades en las carreras y oficios que lo
requieran y de reconocer las competencias que se generan en los procesos
productivos.
También se vió como
necesaria una articulación Empresa-Universidad a través de un mayor
dinamismo (mayor interconexión entre los
sectores involucrados para ser beneficiarios de estos fondos) del reglamento
FONDOCYT para fortalecer componente de I+D e innovación. Se recomendó institucionalizar
el Consejo Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico creado mediante
Decreto 190-07.
Estas y otras propuestas
que surgieron del Congreso Industrial favorecerían la apropiación de un sistema
integrado en el que convergen la empresa, el Estado y sus políticas, los
proveedores y los mercados; en el que el capital humano, la investigación, la
innovación y el desarrollo favorezcan la promoción de nuevos puestos de trabajo
y nuevas capacidades, necesarios para el cambio de modelo por el que
propugnamos.
La investigación que hoy
se nos presenta ratifica la importancia de todas estas propuestas y esboza
nuevos elementos que deben ser incorporados a la discusión en el marco de la
Estrategia Nacional de Desarrollo que consensuamos y que tiene como tercer eje
el desarrollo de una economía territorial, integrada, innovadora,
diversificada, plural, orientada a la calidad y ambientalmente sostenible. El
logro de estos objetivos requiere de la creación de riqueza, la generación de
crecimiento sostenido, la producción de empleos dignos y el aprovechamiento de
las oportunidades que brinda el mercado local para la inserción competitiva en
la economía global, como bien lo sintetiza la Estrategia.
Quiero llamar la
atención sobre dos de sus múltiples y ricas conclusiones. La primera, la necesidad
de que en el sistema contable de las empresas se registren intangibles que
constituyen parte de la Innovación y Desarrollo, que implican gastos, que
suponen tiempo e inversión, y que dichos intangibles formen parte de la
contabilidad aceptada por la Dirección General de Impuestos Internos, de
acuerdo a parámetros internacionales ya existentes.
La segunda conclusión
sobre la que deseamos llamar la atención se refiere la creación en el país de
mecanismos de incentivos para el desarrollo de la investigación, Innovación y
Desarrollo en las empresas.
Para esto, es necesario
reorientar los mecanismos fiscales, crediticios y logísticos para lograr un
efectivo apoyo a los sectores productivos enfocado en la promoción de
actividades innovadoras, incluyendo la I+D, la investigación aplicada, la
transferencia tecnológica, el aprendizaje y la formación.
Es decir, que debe
avanzarse hacia una reforma integral que auspicie el crecimiento competitivo de
la economía y fortalezca las finanzas públicas. Se trata, como dice una
canción, de un pájaro las dos alas. Se trata de una iniciativa que no puede
festinarse ni obedecer a caprichos coyunturales, “con el estricto objetivo de
estimular la productividad y las actividades innovadoras de las empresas,
mediante el desarrollo formal de actividades de investigación y desarrollo,
investigación aplicada, desarrollo experimental y transferencia tecnológica”,
lo cual debe ser planteado con el debido cuidado, corrigiendo distorsiones,
eliminando duplicidades y reduciendo al mínimo posibles comportamientos
oportunistas.
Esto implica una alianza
público-privada que nos permita vivir permanentemente en una cultura de
innovación y que requiere centrarnos en los procesos de educación, capacitación
y competencia como engranajes o marcos
que desarrollen recursos humanos capaces de no tener miedo al cambio, a la
innovación.
Quiero finalizar con lo
que dijimos en un evento similar hace un año: si el sector manufacturero, y el
económico en sentido general, atraviesa por momentos de grandes retos,
confiamos hoy más que nunca en que su significado no sea otro que construcción,
oportunidades, crecimiento e innovación.
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