domingo, 12 de enero de 2014

De Domingo / Política de reptiles

Política de reptiles
Jesús Martín
Presidente Director
Yale Executive

(Editorial)

Los medios de comunicación apenas reflejan la política que discurre sobre la superficie, una parte sustancial de la misma jamás sale a la luz. Los políticos son reptiles que saben arrastrarse en el lodo, incluso sobrevolar el suelo para, cuando el asunto de verdad importa,  ocultarse bajo la tierra astutamente en un cavernario de pasillos y negociar los verdaderos entresijos, aquellos que, por encima del interés público, componen lo privado y lo partidista al servicio de los liderazgos. Obviar esto, en un ejercicio de generalización con escasas excepciones, es ingenuo; incluso más allá, tan necio como ignorar que el proceder parlamentario en las cámaras legislativas es la dramatización de la democracia Dinero, favores, deudas cobradas o por cobrar, intereses, ambiciones y, sobre todo, el poder subyacente son los que definen la política de reptiles, la que verdaderamente importa en las trastiendas, en los depósitos, en la supremacía y pujanza acaudilladas, en el control y la jurisdicción, en la falsa virilidad del privilegio.

Si alguna vez saliera a la luz una décima parte de este mundo pérfido a la ideología y servil al dinero, no solo sabríamos quién mató a Kennedy o por qué en el congreso de su país, estimado lector, se tomaron decisiones oscuras y se respaldaron resoluciones insensatas; también conoceríamos las segundas intenciones, móviles inconfesables, patrocinios millonarios y hasta el funcionamiento del cerebro de Frankenstein.

La política, sedosa y turbia, vive en un escenario de asamblea punk que contemplamos cotidianamente en el teatro de los medios. Ya ninguna corbata es uniforme de decencia.

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