martes, 23 de septiembre de 2014

LBonetti: Ajustar el rumbo, acelerar los cambios

Productividad e industria: Clave para la cohesión social

Palabras de Ligia Bonetti, Presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, Inc. (AIRD), en el Almuerzo Mensual de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana (AMCHAMRD)
23 de Septiembre de 2014

(Saludos).

Señoras y señores,

“Ser o no ser, he ahí el dilema…” expresó Shakespeare en su obra Hamlet, lo cual es cierto en muchas facetas de la vida humana, una de ellas: el modelo de desarrollo económico y social que adoptan las naciones.

Podríamos decir que el dilema de la sociedad dominicana de hoy en día es: Ser o no ser una economía industrializada, productora de bienes transables, con bases social y ambientalmente sostenibles.

Este es el desafío expuesto en la Estrategia Nacional de Desarrollo aprobada en el 2012, en la que se plantea que “República Dominicana es un país próspero, donde  las personas viven dignamente, apegadas  a valores éticos y en el marco de una democracia participativa que garantiza el Estado social y democrático de derecho y promueve  la equidad, la igualdad de oportunidades y la justicia  social y que gestiona  y aprovecha sus recursos para desarrollarse  de forma innovadora, sostenible y territorialmente equilibrada e integrada, insertándose competitivamente en la economía global”.

En el fondo, se trata de un proceso económico-social de búsqueda de bienestar y legitimidad política y de fortalecimiento de la cohesión social tomando elementos que definen integralmente nuestra realidad: economía competitiva, Estado social y democrático, igualdad de oportunidades, justicia social… términos que aspiramos llenar cada día de un contenido que genere orgullo en los dominicanos.

En el 2010 el gobierno dominicano contrató al reconocido economista Jacques Atalli, para realizar lo que se denominó el Informe Atalli, el cual al esbozar las “obras de restauración del contrato social” planteó 7 iniciativas de largo plazo que debían empezar de inmediato. Estas son:

1. Devolver la confianza en las instituciones;
2. Desarrollar servicios públicos de calidad;
3. Formar a las futuras generaciones;
4. Preparar al país para la competencia internacional;
5. Organizar el financiamiento de la Estrategia Nacional de Desarrollo;
6. Proteger el medio ambiente y acondicionar el territorio;
7. Integrar al país en la región y en la competencia internacional.

Lamentablemente este informe fue engavetado y apenas algunos ciudadanos lo conocen, aun cuando muchas de estas iniciativas hoy revisten mayor importancia que en ese momento. La responsabilidad de no haberlas implementado puede ser todos, pero más de aquellos que tienen el poder para implementarlas.

Del mismo modo, a casi tres años de aprobada la Estrategia Nacional de Desarrollo, la mayoría de sus preceptos acordados se encuentran en un rumbo incierto,  y se nos está haciendo demasiado tarde para lograr los indicadores establecidos en la propia estrategia.

Necesidad de un nuevo discurso para el desarrollo.-
Hace más de una década, desde la Asociación de Industrias de la República Dominicana venimos propugnando por la necesidad de introducir en el centro del debate académico, económico, social y político un nuevo discurso sobre el desarrollo de nuestro país; una redefinición profunda del modelo económico que hemos implementado.

Es verdad que hemos debatido muchas veces y hemos realizado algunas acciones para retardar el proceso de deterioro de nuestro modelo económico, pero no hemos sido capaces de reaccionar con fuerza suficiente frente a la dinámica de su propia obsolescencia.

Los empleos no se generan espontáneamente. Surgen de un proceso de desarrollo económico, que comienza con los esfuerzos de empresarios y gobiernos para generar nuevas empresas y actividades económicas. Pero la creación sostenida de empleos requiere cambios estructurales.

La industria manufacturera es un elemento esencial de la transformación estructural y el crecimiento económico.

Pero, ¿Puede desarrollarse la industria de un país sin una política industrial?

La definición e implementación de una política industrial pro-activa ha sido uno de los principales temas de debate en el mundo en los últimos 50 años, pasando por períodos de aceptación y otros de rechazo extremo. En América Latina la política industrial ha experimentado ciclos. Desde ser la principal prioridad de los gobiernos a través de la sustitución de importaciones, con anterioridad a la década de los 80, hasta su total abandono causado por las directrices del Consenso de Washington a finales de dicha década.

A partir de esas directrices neoliberales y con un Estado desempeñando el rol de simple espectador del mercado, la política industrial como se concebía hasta ese momento, perdió presencia. Los gobiernos dejaron  de hablar de esta y en el mundo académico se tendió más bien a criticar su necesidad hasta el punto que, en algunos países como Estados Unidos, se llegó a plantear la idea de que no hay mejor política industrial que la que no se tiene.

Este planteamiento y su práctica produjo innumerables consecuencias negativas que todos conocemos, y que se expresan en múltiples ejemplos, entre ellos: Un escaso dinamismo de la inversión y la productividad, una estructura productiva débil con altos niveles de desempleo e informalidad, un frágil posicionamiento en el mercado mundial y rezago en la diversificación de exportaciones, así como una alta desigualdad territorial y grandes brechas sociales y regionales.

Estos resultados han provocado que desde hace alrededor de una década, la mayor parte de las naciones y gobiernos hayan vuelto de nuevo su atención al rol de la política industrial en el desarrollo, siendo referentes clave la implementada por los países de industrialización tardía, como Corea del Sur, Vietnam, Taiwán, India, entre otros.

En el 2010, el experto en la materia Dani Rodrik, profesor del Instituto de Ciencias Sociales y Estudios Avanzados de Princeton, New Jersey, destacó que “…la política industrial nunca pasó de moda. Los economistas entusiastas del Consenso de Washington pueden haberla descartado, pero las economías de éxito siempre han confiado en las políticas estatales que fomentan el crecimiento, acelerando la transformación estructural.”

Amigos y amigas:

La política industrial en la que debemos enfocarnos ahora como país dista mucho de la que se inició en la época de la promoción de   sustitución de importaciones.

Hoy en día, para que una política industrial sea efectiva y traiga consigo un desarrollo sostenible, aumento del empleo formal, incremento de las exportaciones y mayor cohesión social, debe partir de los siguientes criterios:

1.       Generar una alianza entre el sector público y el privado, lo que significa la necesidad de negociación y constitución de consensos.
2.       Tener como marco el proceso de globalización y la apertura de los mercados.
3.       Enfocar la política industrial en innovación, el desarrollo biotecnológico, energético, el cambio climático, la nanotecnología, la tecnología de la información y la sustentabilidad.
4.       Contar con un Estado que no compita con el sector privado y que si lo hace sea en equidad de condiciones, con una política cambiaria pasiva, y liberalización de los mercados.
5.       Asumir como norte la inserción en los mercados, todos los mercados, tanto el interno como el externo. Esto implica no sólo una mejora continua de la calidad, sino inteligencia para defender el mercado interno y poder colocar la producción en los mercados más exigentes del comercio internacional;

En República Dominicana no partimos de cero. La propia AIRD, junto a ADOZONA, el Ministerio de Industria y Comercio, el Consejo Nacional de Competitividad, Proindustria y el Consejo Nacional de Zonas Francas, organizó el 2do. Congreso de la Industria Dominicana y ha impulsado numerosos estudios que constituyen un aporte a la definición e implementación de la política industrial que anhelamos; pero debemos ser más agresivos, pues la mayoría de los países están empeñados en impulsar diferentes políticas de desarrollo industrial, algunas más exitosas que otras, pero siempre con un principal objetivo, apropiarse de nuestros mercados. 

Cada día de retraso para activar nuestra política industrial, es un día más que le damos a nuestros competidores para invadirnos con sus propias marcas y productos.

Veamos algunas de las políticas industriales que están implementando los países:

Políticas de desarrollo industrial selectivas.-
En las naciones del sudeste asiático como Corea del Sur, Tailandia, Singapur, entre otros, el modelo de desarrollo exportador impulsado con fuerte liderazgo del Estado, se ha apoyado centralmente en una política industrial selectiva, a partir de un esfuerzo mancomunado de los  sectores público y privado no solo en inversiones, sino además en la definición de sectores estratégicos para su implementación.

El enfoque que enmarca esa política industrial es consistente con una estrategia nacional de desarrollo poniendo hincapié en el apoyo a las PYME, incluida su internacionalización, la atracción de inversión extranjera y la innovación.

La política selectiva se basa asimismo en la educación y calificación de la fuerza de trabajo, desarrollo de centros de investigación y desarrollo tecnológico, lo que en conjunto ha ejercido una importante influencia en la eficacia de la misma.

Algunos países de América Latina han implementado políticas selectivas. Expertos señalan ejemplos como Brasil con el etanol, Uruguay con productos de alta innovación y República Dominicana con el cacao y banano orgánico.

Sin embargo, la política industrial selectiva de América Latina, y especialmente la aplicada en República Dominicana, está lejos de tener las características de aquellas implementadas por los países aventajados de Asia y Europa.

Características en la implementación de la política industrial selectiva:
Países exitosos vs. América Latina
Política industrial selectiva en países exitosos
Política industrial selectiva aplicada por países latinoamericanos
1. Se privilegió́ la industria manufacturera, orientada al sector exportador, la diversificación y el avance permanente en el posicionamiento en ramas más dinámicas.
1. Se privilegia el turismo, sectores primarios como el del petróleo, pesca, el minero, algunas actividades agrícolas, el forestal, y servicios varios.
2. La política industrial formó parte de una estrategia de desarrollo, vigente a largo plazo.
2. La política industrial no tiene coordinación con la estrategia de desarrollo del país.
3.El Estado aseguró su implementación mediante alianzas perdurables con el sector privado  y con poder.
3.Las alianzas fueron inestables y carentes de poder.
4. Aseguraron el financiamiento de largo plazo de la política.
4. No se asegura financiamiento de largo plazo.
5. Arquitectura institucional afín a los objetivos estratégicos.
5. Institucionalidad rígida e ineficiente para aplicar la política industrial
6. Fuerte liderazgo y apoyo de alto nivel político
6. Estado débil y sector privado incapaz de liderar.
7. Llegado una etapa del desarrollo productivo, la innovación pasa a ser el principal eje de la política industrial.
7. La innovación aún no alcanza a ser una estrategia relevante en AL.
Fuente: Graciela Moguillansky. POLÍTICA INDUSTRIAL Y COHESIÓN TERRITORIAL

Como vemos, las políticas industriales exitosas se diferencian de las menos exitosas en la fuerte coordinación entre los sectores público y privado, una apuesta a la industria manufacturera, apoyada con financiamiento, fortaleza institucional afín a los objetivos estratégicos y compromiso del liderazgo político en sus más altos niveles.  Hago énfasis en la palabra compromiso, ya que un plan de nación a largo plazo, no es de un gobierno específico, sino de todo un país.

Las sociedades que han sido menos exitosas han sido las latinoamericanas, y la República Dominicana es un ejemplo de ello, pues se han caracterizado, entre otros aspectos, por privilegiar los sectores de servicios, no han contado con políticas de financiamiento a largo plazo y no han desarrollado estrategias de innovación.

Política industrial blanda.-
En la mayoría de los países latinoamericanos, la política industrial “blanda” ha sido la más común. El Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial la definen como un conjunto de políticas horizontales de competitividad y fomento productivo, que incluyen no solo la manufactura, sino a toda actividad, como la agregación de valor en los recursos naturales.

Este tipo de acciones son las que en la última década hemos estado tratando de impulsar en República Dominicana a través de diferentes iniciativas, pero desafortunadamente no han sido del todo exitosas debido a lo difícil que resulta cumplir los objetivos cuando las mismas no son obligatorias para los ministerios y organismos estatales, por la dispersión y controversias que se generan del propio gobierno con respecto a lo qué se debe hacer y porque no son necesariamente populares para los políticos.

Por otra parte, las acciones acordadas se han visto limitadas por la falta de financiamiento o por la falta de un  compromiso expreso a nivel de Estado, con la consiguiente incertidumbre sobre las responsabilidades de los futuros gobiernos en cuanto a su ejecución.

Alianzas y fortalecimiento institucional
Una de las razones del éxito de la política industrial en países de industrialización tardía, como Irlanda o Finlandia, los países del sudeste asiático y más recientemente Colombia, ha sido la creación de coaliciones industriales, bajo las más diversas formas.

En el caso de Colombia, los sectores público y privado comenzaron a dialogar sobre impulsar la competitividad hace más de 20 años, y su colaboración fue evolucionando lenta pero firmemente a través de diferentes gobiernos.

En República Dominicana, a pesar de contar con la presencia de iniciativas de alianzas público-privada, estas alianzas no se han definido con una agenda de largo plazo, que va más allá del alcance de los instrumentos puntuales de fomento, propios de los ciclos políticos de cada gobierno.

Señoras y señores:

Cuando vemos todas las iniciativas que en República Dominicana hemos desarrollado para promover la industrialización, sin duda nos damos cuenta de que hemos hecho la mayoría de las acciones que han implementado otros países exitosos. Sin embargo, me atrevo a decir que el factor que ha impedido mejores resultados ha sido la debilidad institucional y la falta de una coordinación coherente y continua en la promoción de la cooperación a lo interno de nosotros como agentes privados,  entre los entes públicos y entre ambos. Ello demanda la coordinación de intereses, muchas veces contradictorios, entre los distintos actores. Este tema es fundamental para asegurar la participación del sector productivo en el diseño y ejecución de los programas industriales.

Nuestras estadísticas demuestran que a pesar de los numerosos esfuerzos y los significativos avances recientes, los resultados en cuanto a la industrialización han sido negativos.

Empresarios, funcionarios, amigos:

A pocos meses de terminar mi labor como presidente de la AIRD, a pesar de planes como el de Competitividad Sistémica y de la elaboración de la Estrategia Nacional de Desarrollo, a pesar de que estamos trabajando arduamente en lograr implementar los acuerdos arribados en el 2do Congreso de la Industria Dominicana, y a pesar de la Mesa de Seguimiento a las acciones acordadas, que gracias al cumplimiento de su compromiso de campaña, formalizó el Presidente Danilo Medina mediante decreto; me he convencido de que el principal problema que tenemos como sector es que la mayoría de la sociedad, y en especial los actores políticos, no están convencidos de la importancia de la industrialización del país en el desarrollo sostenido y sostenible de nuestra nación y sobre todo en la cohesión social, lo que se evidencia en las ingeniosas trabas que día tras día tenemos que enfrentar.
Me atrevo a pensar que hay una ceguera que nos está impidiendo ver cómo se nos está deshaciendo la viabilidad de la nación y cómo se erigen graves riesgos a la cohesión social, que van desde el desempleo hasta el tráfico de drogas, las deficiencias de la educación, el clientelismo, la corrupción y, de modo especial, la pobreza en amplios segmentos de la población.

Es por eso que hoy agradezco la oportunidad de encontrarme ante este importante foro para, como fiel creyente de lo que hago y de lo que quiero para el porvenir de nuestra nación, convertirme en una evangelizadora de las bondades de la industria manufacturera para lograr una mayor cohesión social.

Tiempo de acelerar los cambios
Hace apenas días, el Banco Interamericano de Desarrollo publicó un estudio titulado “¿Tiempo de ajustar el rumbo? Opciones de políticas ante el cambio en el entorno externo en Centroamérica y República Dominicana” en el que plantea como clave la necesidad de acelerar la transformación productiva de las economías.

Parodiando a los autores de este estudio, afirmo que en República Dominicana es tiempo de ajustar el rumbo, es tiempo de acelerar los cambios.

En estos momentos en que la comunidad internacional se encuentra en un proceso de formulación de una nueva agenda post los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el 2015, la mayoría de los países coinciden en la necesidad de integrar el desarrollo industrial sostenible e inclusivo en esta nueva agenda.

Tenemos el desafío de mantener el crecimiento macroeconómico a la vez que fomentar la generación de empleo y las exportaciones. La manufactura ofrece la mejor oportunidad en este ajuste de rumbo, a  través de la reorientación de la economía hacia sectores con mayor valor agregado, lo que brindaría la posibilidad de aumentar la productividad, elevar los salarios y el nivel de ingresos.

Es tiempo de ajustar el rumbo y acelerar los cambios, enfocando nuestro modelo económico en el fortalecimiento deliberado, consciente y sistemático del sector industrial.

Ya fue planteado por Nicholas Kaldor, hace medio siglo, al indicar que “lo que distingue a la industria manufacturera de otros sectores es su capacidad de generar retornos dinámicos, crecientes y, en consecuencia, una mayor productividad a través de la expansión en la producción”.

No es casual que la mayoría de los especialistas coincidan en que la industria manufacturera es el principal motor del crecimiento de la productividad y del desarrollo, pues genera ingresos, reduce los niveles de pobreza y brinda oportunidades para la inclusión social.

Su dinamismo también tiene importantes efectos en el resto de la economía. Por ejemplo su desarrollo estimula la demanda de más y mejores bienes primarios (en los sectores: agropecuario, forestal y minero) y servicios (tales como bancarios, de seguros, comunicaciones, turismo, comercio y transporte). La industria manufacturera también permite una mayor seguridad alimentaria y genera externalidades en el desarrollo tecnológico, la generación de habilidades y la capacitación, que son cruciales para la competitividad.

Es sólo a través del desarrollo industrial inclusivo y sostenible que los países de todo el mundo, sean industrializados o en vías de serlo como el nuestro, serán capaces de lograr un crecimiento económico con equidad social.

Ajustar el rumbo y acelerar el cambio significa, precisamente, estimular el crecimiento económico, pero a través de la productividad, el cambio tecnológico, la generación de divisas, la innovación, la infraestructura y el comercio, para lo cual industrializar este país es fundamental. Será la forma de abandonar los insostenibles caminos de crecimiento a través de la repartición de dádivas, el clientelismo, de los déficits y del aumento acelerado del endeudamiento externo que tanto nos preocupa.

Pasos hacia atrás
Desafortunadamente, las políticas en República Dominicana han profundizado un proceso de desindustrialización. No quiero detenerme mucho en este aspecto, pero permítanme indicar que, desde hace años, la AIRD ha destacado el proceso de desindustrialización que vive la economía, con graves consecuencias en el campo de las exportaciones,  y la generación de empleo.

La situación indicada se evidenció más grave y casi trágica cuando el Banco Central, en agosto del presente año, hizo público un cambio del año base y nueva metodología de las cuentas nacionales. Es particularmente relevante lo relativo al tamaño del PIB y las tasas de crecimiento; la composición del gasto agregado y la ponderación relativa de los sectores.

Participación de la Manufactura Local en el PIB
1991-2007

Participación de la Manufactura Local en el PIB 2013

A modo de ejemplo, la industria local individualmente, representaba un 21.8% del PIB con la metodología que tomaba como año base el 1991; con la nueva metodología el año base del 2007, apenas representó un 12.3% (es decir, pasamos de significar uno de cada cinco pesos a significar uno de cada ocho pesos, aproximadamente). Para el 2013, la manufactura sólo representó el 11.6% del PIB según el nuevo año base.

De acuerdo al Banco Central, la reducción en la participación de la manufactura local refleja las decisiones del empresariado en materia de inversión y diversificación de su capital en actividades alternativas a la industria. Su expansión a lo largo de los años comprendidos entre el 1991 y 2007 se quedó relativamente rezagada en relación al crecimiento de otras actividades en la economía, especialmente los servicios.

Ante esta interpretación dada por el Banco Central surgen muchas interrogantes: ¿Cuál ha sido el impacto de las políticas macroeconómicas en el desempeño del sector industrial? ¿Cuáles son las consecuencias sociales y políticas de un modelo que privilegia las importaciones sobre la producción local y las exportaciones? Si ese es el rumbo que se elige como política económica deliberada, ¿Garantiza este cumplir las metas de la Estrategia Nacional de Desarrollo?

Déficit en cuenta corriente, 2007-2013
-En millones US$-
Déficit de Balanza Comercial, 2007-2013
-En millones US$-

La desindustrialización también se ha manifestado con fuerza en otros terrenos. Por ejemplo, en nuestra balanza comercial, la cual desde el 2007 a la fecha presenta un déficit anual y consistentemente superior a los 6 mil millones de dólares… y en el déficit de la cuenta corriente, el cual a pesar de los más de los 1,500 millones de dólares en exportaciones de oro en 2013, aun mantiene niveles altamente preocupantes.

Disminución del Empleo Formal en el Sector Manufacturero en los últimos 7 años

Por otro lado, la desindustrialización también se puede ver en la caída dramática del empleo formal y especialmente del empleo en el sector manufacturero en los últimos años.

Participación de la Industria Manufacturera en el Crédito Privado del Sistema Financiero
 Agosto 2014

Un grave aspecto negativo que podría ser el resultado de la falta de una política industrial en nuestro país, lo es la cartera insignificante de créditos al sector industrial, comparada con otros sectores económicos y mayormente con el de consumo.

El Empleo en el sector industrial
Sin embargo, señores, según el Informe sobre el Desarrollo Industrial 2013 de la ONUDI la industria manufacturera continúa siendo la más importante fuente de empleos, generando alrededor de 500 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y empleando alrededor del 20% de la fuerza laboral.

Hoy en día es difícil determinar con exactitud el número de empleos que genera debido a las transformaciones económicas globales ocurridas en décadas recientes y a la separación de ciertos procesos de producción que solían pertenecer a la manufactura, pero que ahora se consideran parte del rubro servicios.

Cada vez más las empresas manufactureras subcontratan (o “tercerizan”) sus operaciones no esenciales tales como actividades de almacenaje, transporte, gestión de recursos humanos y tecnología de la información; y los productos que fabrican frecuentemente incluyen un conjunto de servicios y funciones posventa (tales como líneas telefónicas de ayuda, garantías extendidas y servicios de reparación y venta minorista).

Esto quiere decir que cualquier evaluación de la cantidad de empleo generados por la industria manufacturera que se base exclusivamente en encuestas no tomará en cuenta una porción significativa de su verdadero tamaño.

Los datos de empleos obtenidos de estas fuentes representan, en el mejor de los casos, la mitad de la cantidad total de empleos creados.

Por cada puesto de trabajo creado en la industria manufacturera, se crean dos o tres más fuera del sector, siendo el multiplicador del empleo más importante en cualquier economía.

Reforzando mi propósito en esta intervención ante ustedes, les expreso que, más  allá de los números, los empleos en la industria manufacturera poseen ciertas características que los hacen más deseables que otros.

Los empleos de mayor productividad están normalmente asociados con salarios más altos, y la evidencia histórica de las economías avanzadas y de los países recientemente industrializados demuestran que los aumentos salariales asociados con un proceso de industrialización han permitido sacar de la pobreza a importantes sectores de la población.

Además de mayores salarios, la industria manufacturera generalmente brinda al trabajador mayores beneficios y seguridad que los empleos en otros sectores, y tiende a desarrollar mejores habilidades que trabajos equivalentes en el resto de la economía.

La industria permite cerrar las brechas entre sectores pues crea valor a la agricultura y en la medida que crece el empleo en la industria, crece en la agropecuaria. La generación de valor por parte de la industria manufacturera también se traslada hacia servicios empresariales tales como diseño, ingeniería, desarrollo de marcas, publicidad, marketing, entre otros.

Existe evidencia, además, de que el empleo en la industria manufacturera no es neutral respecto del género, pues las oportunidades para las mujeres son elevadas.

Capacitación, bienestar social, equidad, empleo constituyen parte del círculo virtuoso que pueden generar nuestras industrias.

El desafío del intercambio comercial.
Amigos y amigas, sin dudas, la apertura de mercados y el intercambio comercial representan el mayor de los desafíos que puede tener un país que no cuente con industrias competitivas, y mucho más una nación como la nuestra que se encuentra en un proceso de desindustrialización. Para la AIRD constituyó el reto que nos obligó a replantearnos, pero lamentablemente lo planteado, lo definido, lo acordado, no siempre se tradujo en políticas y acciones y por eso todavía hoy, a meses de un nuevo escalón de liberalización arancelaria del DR-CAFTA, muchos ven como amenaza lo que pudo constituirse en oportunidades para nuestro aparato productivo.

Sin embargo, estamos convencidos de que a través del intercambio comercial y la apertura podemos lograr la expansión del tamaño y el alcance de las empresas locales. Pero para ello necesitamos programas efectivos de desarrollo de las exportaciones, otorgando un tratamiento fiscal igualitario a todas las exportaciones de bienes sin importar el régimen en que se produzcan los mismos.

Permítanme, a riesgo de cansarles, repetirles: necesitamos ajustar el rumbo y acelerar los cambios.

Participación de la Exportaciones Nacionales y de Zonas Francas,
2009-2013

En un mercado abierto, en que las zonas francas y la industria nacional deben competir en igualdad de condiciones y en un contexto en que según cifras del 2013, casi la mitad de las exportaciones de bienes son producidos fuera del régimen de zonas francas, no se justifica una carga fiscal a las exportaciones de la industria nacional mayor que la de las zonas francas de los países con los cuales competimos en un mercado abierto,  cuando el objetivo país es exportar más. Por eso, para hacer política industrial debemos mirar lo que están haciendo los países vecinos.

Pero no podemos olvidar que nuestro mercado natural es el regional y que si queremos ser un país mundialmente exportador, debemos iniciar potencializando nuestros mercados más cercanos, como Haití y las demás islas de El Caribe.

¿Cómo lograr un proceso de industrialización que incremente la productividad y la cohesión social?

Como mencioné al inicio de mis palabras, ni el empleo ni la industrialización se generan espontáneamente. Si bien las condiciones pueden variar mucho a lo largo del tiempo y de un país a otro y el cambio tecnológico todavía puede darnos enormes sorpresas, es probable que los patrones del pasado se reproduzcan.


Instrumentos de política industrial.
A nivel mundial, los gobiernos implementan varios tipos de instrumentos para desarrollar sus industrias, muchos de los cuales los hemos mencionado, pero que no debo dejar de reiterarlos como propuestas para ser implementadas en nuestro país, entre ellos:

1.       Eliminar las trabas que afectan la competitividad de las industrias, promoviendo la reducción de sus costos de producción y la excesiva permisología. Amigos, un dato interesante a reseñar es que algunos Estados con los cuales competimos, están otorgando garantías de precios energéticos de hasta US$0.02 el KW por 20 años.    
2.       Garantizar la provisión de financiamiento competitivo para el capital de trabajo.
3.       Establecer mecanismos estatales para el desarrollo de habilidades técnicas y talento empresarial
4.       Otorgar incentivos directos o indirectos a actividades industriales o al desarrollo de capacidades estableciendo tarifas y facilidades en el comercio, así como a las exportaciones, innovación e investigación y desarrollo;
5.       Constituirse en el principal consumidor de las industrias manufactureras. En la mayoría de los países, los gobiernos usan su poder de compra para estimular actividades industriales y proteger la industria nacional contra la competencia extranjera, lo que, a pesar de los esfuerzos realizados por el presente gobierno, no sucede plenamente en nuestro país, debido a que aún persiste un oscuro esquema de compras de bienes importados, para satisfacer apetencias particulares.
6.       Enfocar las políticas de Estado hacia la educación y la generación de capacidades, garantías a los derechos de propiedad y regulaciones efectivas para disminuir la informalidad.
7.       Establecer un control estricto de la tasa de cambio real para apoyar al sector transable, lo que permitiría evitar que los déficits en cuenta corriente se vuelvan insostenibles.
8.       Utilizar mecanismos de política comercial para apoyar la política industrial. Tal es el caso de las barreras arancelarias y no arancelarias e instrumentos de promoción de las exportaciones. No es casual que países como Corea del Sur, a pesar de haber suscrito acuerdos de libre comercio, mantengan aranceles de hasta un 25% a los vehículos para proteger su producción nacional.

Hacer que funcione la política industrial
Señoras y señores:

Ninguna política industrial podrá llevarse a cabo a no ser que quienes estén en el poder, estén de acuerdo con ella. Tampoco podrá ser verdaderamente efectiva si no se crea una agenda de transformación nacional destinada a crear y fortalecer las actividades productivas y sin que a través del diálogo público y privado todas las partes interesadas apoyen las decisiones tomadas.

Hacia la Cohesión Social.-
Según estudios de la CEPAL, “El crecimiento económico no es suficiente para garantizar el desarrollo sostenible y la cohesión social. Se requiere un crecimiento que, a la vez que fomenta las inversiones, genere tejido productivo, cree empleo y sea sostenible en el tiempo...”

Quiero recordar que lo que se espera de un desarrollo económico sostenible es la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos de un país y para ello se requiere de un modelo productivo que sea capaz de aumentar la capacidad de generación de riqueza, que establezca una relación armónica entre la producción y el acceso social a lo que se produce. Su forma más concreta de medirla es a través de la cohesión social.

La evidencia señala que cuanto mayores son los niveles de cohesión social, mayor es el capital humano y social generado, y mayores son los logros en términos de producción científica y tecnológica, lo que a su vez aumenta la capacidad de respuesta de los países a las demandas y oportunidades de la globalización.

Para llegar a la sostenibilidad tanto del crecimiento económico como del desarrollo en un sentido más amplio de la palabra, como país tenemos que ser capaces de generar avances concretos que fortalezcan la cohesión, incluyendo el sentido de pertenencia y menor exclusión. Esto, a su vez, implica tener una idea clara de las prioridades y de identificar aquellos factores que puedan desencadenar círculos virtuosos de crecimiento y desarrollo.

En una sociedad como la dominicana, en donde el empleo informal es predominante, todas aquellas políticas y medidas que contribuyan tanto a la formalidad del empleo como a su seguridad, deben ser valoradas como parte de ese proceso de transformación estructural del que hemos hablado. Ya sean populares o no, lo importante es que sigan un proceso pre-acordado de crecimiento futuro.

Es lo que la CEPAL, en uno de sus documentos ha llamado una estrategia de flexi-seguridad laboral. Es decir, definir parámetros laborales que permitan la seguridad con flexibilidad. “Es necesario configurar estrategias que involucran el empleo, la protección social y laboral y la responsabilidad fiscal”, expresa la CEPAL.

Amigos y amigas:

“Ser o no ser, he ahí el dilema…”. Podemos ser una de las economías industrializadas más poderosas de esta subregión o conformarnos con ir cada vez más hacia atrás en todos nuestros indicadores, especialmente en aquellos que indican sostenibilidad económica y social.

Este es el desafío planteado!

A pesar de las grandes debilidades debemos sentirnos satisfechos de que nunca nos hemos quedado de brazos cruzados y que siempre hemos echado adelante, pero también debemos ser capaces de reconocer que no hemos desarrollado plenamente todo el potencial económico que tenemos.  Debemos ser conscientes de que el modelo productivo y económico será obsoleto si queremos seguir creciendo sostenidamente en los próximos 10 a 20 años y si queremos que los beneficios lleguen efectivamente a todas y todos en nuestra nación.


Tenemos el desafío mayor de crecer a buen ritmo, pero a la vez, aumentar nuestra productividad, ser más competitivos, diversificar más nuestra economía, ser menos vulnerables a los vaivenes internacionales, ofrecer mejores empleos, más bienestar y más oportunidades a los dominicanos. Desprendámonos de intereses particulares para atender los problemas estructurales.  Los industriales elegimos vivir en República Dominicana, decidimos invertir nuestros capitales aquí y queremos seguir invirtiendo aquí.

Y frente a este desafío, estamos apostando por una política integral, estamos apostando por diversificar nuestra estructura productiva, la innovación, el desarrollo de nuestra gente,  empujando el ingreso de nuevos actores y ampliando nuevos sectores de desarrollo. Y es una apuesta ganadora, porque elige invertir en la mayor riqueza que tenemos como país, que somos nosotros los dominicanos.

Con popularidad se ganan elecciones, con esfuerzo y sacrificio se combate la pobreza y se desarrolla un país, pero con decisiones difíciles, justas y a tiempo se engrandecen los líderes. Le pedimos al gobierno que trabaje cohesionado pero el sector privado tiene que dar el ejemplo.

Recordando a José Ortega y Gasset: “Las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos”.

No permitamos que las actuales circunstancias nos determinen, es hora de ajustar el rumbo y acelerar los cambios.


Muchas gracias.

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