¿Y con el tema de las drogas, qué se hará en el nuevo
gobierno?
Juan Raddamés de la Rosa Hidalgo
Psicólogo
Director Ejecutivo Casa Abierta
La sociedad dominicana estrenó un nuevo
período gubernamental el pasado 16 de agosto. Y a propósito de esto el señor
presidente Lic. Danilo Medina Sánchez, esbozó en el acto de tomas de
posesión los lineamientos generales que orientarían la gestión gubernamental en
el siguiente cuatrienio. Sin dudas que muchas de estas propuestas de ejecutarse
como están esbozadas aportarían factores de protección a nuestra sociedad y
harían disminuir los factores de riesgos asociados a problemas
psicosociales, como es el de las drogas, que tanto afectan y preocupan a la
ciudadanía. Auguramos éxitos en estas iniciativas.
Juan Raddamés de la Rosa, Director Ejecutivo Casa Abierta |
Sin embargo, desde Casa Abierta nos
habíamos formulado grandes expectativas respecto a un cambio en la actual
política de Estado sobre drogas. Esto, a propósito del abordaje del señor
presidente en la Cumbre de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC, donde afirmó
la urgencia de atrevernos a “abrir nuevos debates, a explorar nuevos caminos”,
así como a definir “… políticas y medidas sobre drogas centradas en el
ser humano, y tomando en cuenta los derechos inalienables de las personas,
avancen en enfoques para la reducción, no solo de la oferta, sino también y muy
especialmente, de la demanda de drogas”. Habló el presidente Medina del
“escepticismo y la frustración creciente de nuestros pueblos”, que a nuestro
juicio, y parece que a los del presidente, son consecuencias de políticas de
Estado centradas en las sustancias y violatoria a los derechos
humanos.
A pesar
de esta posición avanzada, en su discurso ante la CELAC, el señor
presidente en su plan de gobierno para los próximos cuatro años, ni
siquiera hizo una mención tangencial del fenómeno de las drogas y sus problemas
asociados. Esto no guarda coherencia con la frecuencia con la que
escuchamos decir que las drogas son un tema de mucha preocupación y
que hoy es un problema muy serio en el país. Esto envía un mensaje nada
alentador, que indica que seguirá vigente una política de drogas
mediocre, violatoria de los derechos, corrompida, abusiva, que nos
mantiene girando en un círculo vicioso, y que solo tiene efectos
negativos.
Pero, es el comienzo. El señor presidente
aún está a tiempo de impedir el “escepticismo y la frustración creciente” de
que él habló en la CELAC. Las consecuencias de estas políticas basadas en la
ley 50 -88, son la gran paradoja de una red invertida e injusta, pues atrapan
a los más pequeños y débiles, pero dejan pasar a los grandes y
poderosos. Aun se está a tiempo de impedir la reiteración por cuatro años
más de estas miradas ultraconservadoras.
El nuevo gobierno si ama la justicia tiene
la obligación de atreverse a abrir nuevos debates, a explorar nuevos
caminos, para definir políticas de drogas centradas en el ser humano. Esto
no puede hacerse sin superar la anacrónica ley 50 -88, centrada en
las sustancias y violatoria de los derechos de los jóvenes más vulnerables de
nuestra sociedad. Es urgente una nueva ley sobre drogas que defina la
prevención y el tratamiento como las estrategias prioritarias, que redefina las
estrategias de control que no han mostrado ser capaces de reducir la oferta de
drogas en la sociedad, pero que además están penetradas por la corrupción más
descarada. Una ley moderna, que despenalice los consumos,
convertidos en delito por la perspectiva ultraprohibicionistas, sin más
argumento que el miedo y la represión.
Pero la justicia demorada es justicia
denegada. No podemos esperar a la modificación de la ley 50 -88. Es por ello
que proponemos al señor presidente un gesto de justicia, declarando un indulto
general que retorne a sus familias a las personas detenidas o procesadas
por simple posesión de sustancias, que hoy son la mayoría de las personas
detenidas por violación a la ley 50 -88, y que su único delito es ser
consumidores.
Para enfrentar el fenómeno de las drogas
de forma correcta debemos hacerlo con la masificación de los programas de
prevención basados en las evidencias que da la ciencia, las buenas
prácticas, las investigaciones, la formación de profesionales. Es urgente
además dotar a nuestra sociedad de modelos de tratamientos de calidad,
profesionalizados, respetuosos de los derechos y dignidad de las personas. Es
vital la aplicación de estrategias de reducción de riesgos y daños para atender
especialmente a los usuarios de heroína, una población creciente en nuestro
país. Estas son personas con derechos a la salud, pero que en la actual
política son parias, absurdamente calificados como traficantes por una ley
perversa. Pero además hoy son vectores para el contagio de enfermedades como la
hepatitis, el VIH, entre otras. Estas personas están muriendo en nuestras
calles sin la atención que se merecen.
La sociedad dominicana no se merece la
actual política de drogas contraria a los derechos, basada en los estereotipos,
discriminaciones, estigmatizaciones y que no pueden mostrar más que
daños. El señor presidente tiene la oportunidad en los próximos cuatro años de
definir una política que se aproxime al fenómeno de las drogas sin miedos
absurdos, y leyes patéticas. Es decisión del señor presidente decidirse a
abrir “nuevos debates, explorar nuevos caminos”, o seguir fomentando
el “escepticismo y la frustración creciente”, de la que nos ha
hablado. Como también ha dicho el señor presidente en su discurso,
citando al profesor Juan Bosch: “No basta con tener ideas, hay que hacerlas
realidad en lo grande y en lo minúsculo”.
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