viernes, 6 de diciembre de 2013

Perspectiva / Agro y asociatividad



Asociatividad: eje del impulso agropecuario
Entrevista a Luis Ramón Rodríguez, Ministro de Agricultura.

“En la cultura nacional y la psiquis empresarial existe un freno mental que dice: no podemos… pero hemos demostrado que podemos y en muchos casos estamos pudiendo y lo estamos haciendo muy bien”, expresa el Ministro de Agricultura.


República Dominicana, como muchas naciones de América Latina, centró su aparato productivo en el cultivo agrícola y pecuario. Bienes primarios que eran destinados al mercado interno y algunos rubros para la exportación. Una economía cerrada, con barcos llevando el confite, la sobre mesa: azúcar, café, cacao y tabaco.

Esto ha estado cambiando y para hablarnos del proceso de transformación de la agropecuaria dominicana  y sus expectativas, HechoenRD ha entrevistado al Ministro de Agricultura, Luis Ramón Rodríguez.

“Necesitamos relanzar el sector. Tanto el sector industrial como el agropecuario disfrutábamos de la protección que nos daba el Estado. Hoy día, con acuerdos de libre comercio, nunca hemos pensado de manera ofensiva, siempre estamos pensando y negociamos de manera defensiva, porque en la cultura nacional y la psiquis empresarial existe un freno mental que dice: no podemos… pero hemos demostrado que podemos y en muchos casos estamos pudiendo y lo estamos haciendo muy bien, a pesar de constreñimiento estructurales muy fuertes que van desde una energía costosa, un código laboral que no favorece, la baja calidad de la mano de obra que tenemos, nuestra mano de obra no es muy eficiente, a veces resulta muy onerosa…”, expresa con mucha claridad.

Para Rodríguez dos ejes se articulan entre sí para recuperar competitividad del sector agropecuario: los encadenamientos productivos con la industria y la asociatividad. Se implican mutuamente en el caso de los cientos de miles de pequeños productores que se reparten por toda la geografía nacional.

“El encadenamiento entre la agropecuaria y la industria es claro en el caso de grandes empresas y productores de algunos rubros. Hoy día, de alguna manera, grandes empresas industriales dependen de la agricultura: plantas de procesamiento de tomate, de ron, de tabaco, la cerveza…Sin embargo, el sector agropecuario para seguir avanzando necesita ver hacia procesos asociativos que permitan una economía de escala. El ser minifundistas no nos permite los niveles de competitividad que requieren los acuerdos de libre comercio”, afirma como diagnóstico preliminar.

Explica que dos aspectos afectaron el desarrollo del sector agropecuario y del campo dominicano. Por un lado, lo que define como una política proteccionista hacia los consumidores urbanos mediante una política de control que no permitía que los productores disfrutaran de los altos precios en su momento. “La producción se fue manteniendo casi estancada ya que cuando el Estado interviene con una política de control de precios, reduce la inversión en el área controlada”, A esto se agrega que hubo un descenso en el financiamiento hacia la agroindustria. Hubo una época en que a la agroindustria se le limitó su financiamiento y eso impidió que se siguiesen expandiendo.

La dirección en que se trabaja
En definitiva, según Rodríguez, el proteccionismo condujo a que los retos del libre comercio sean exageradamente grandes. “Desde el gobierno estamos trabajando en dos direcciones. Por un lado, estamos trabajando para modificar la estructura productiva de la agropecuaria nacional mediante la reconversión de cultivos de bajo valor y que requieren grandes extensiones para ser producidos de modo competitivo, por cultivos como la fruta y los vegetales, tanto de invernadero como de cielo abierto, que son exportables y que tienen un alto valor. Por otro lado, también en el sector hay algunos productores, una banda no muy grande, de un 30% que son competitivos a nivel internacional. Estamos fortaleciendo la competitividad de esos productores”, indica el Ministro.

El cambio es también cultural. Un ejemplo de esto lo constituye el cultivo del arroz en el cual, según Rodríguez, se está trabajando para que los productores utilicen mejores tecnologías.

El cacao, esfuerzo conjunto
Es necesario que la industria vuelva sus ojos hacia el origen de su materia prima. Tiene que haber esa sinergia. En ese sentido, un ejemplo lo ha constituido el hecho por la Asociación de Industrias de la República Dominicana con la formación del Clúster del cacao y sus derivados.

Luis Ramón Rodríguez lo indica de este modo: “La industria cacaotera nacional ha podido entender que ellos pueden competir como empresa, pero tienen que defenderse como industria. Y hemos salido gananciosos todos porque hoy día es mucho más fácil el diálogo abierto entre los productores y los procesadores, pero además hay una expansión de la siembra de cacao. El precio ha ido en aumento, también la producción ha ido aumentando, gracias a los estímulos que la industria ha estado dando a la producción”.

Afirma que este será un año record en exportación. “Estamos esperanzados que en cuatro o cinco años la producción pueda doblarse y podamos llegar a 100,000 toneladas de cacao exportado por año. Lo cual es importante para el país y para las zonas productivas”.

La articulación con el turismo
Para Rodríguez no hay dudas: es posible una fuerte articulación con el sector turístico, pero el agro tiene un aspecto que resolver: la calidad de lo que oferta. “Uno de los problemas que tenemos con turismo es que la calidad de las cosas que estamos produciendo, y la manera de comercializar no nos ayuda a incrementar nuestra presencia en las zonas turísticas del país, a través de la oferta de bienes agroalimentarios a resort, hoteles y restaurantes”.

Ilustra esta realidad con una anécdota. Cuenta que fue a una empresa que prepara alimentos para vuelos. El responsable le enseñó una caja de tomates proveniente de Miami. “Cada caja con cincuenta tomates, todos del mismo color y del mismo tamaño. Mientras sacó de una nevera un huacal plástico con tomates dominicanos que compra localmente, y ahí había tomates pequeños, medianos y grandes, maduros, alcoholados y verdes”.

Calidad, empaque, clasificación, comercialización… son desafíos que tiene la agropecuaria en la tarea de un mayor encadenamiento con el sector turístico. Asegura que el Ministerio está trabajando y que este año “por primera vez” se vendió ajo A, B y C y se le puso un precio discriminatorio. “Es decir, que empezaremos a vender, a nivel nacional, productos como si fuéramos a exportarlo”, señala.

Clave del encadenamiento: las exportaciones
Para el Ministro de Agricultura la única manera de hacer avanzar el sector agropecuario es a través del fomento de las exportaciones.

El financiamiento es pieza fundamental en esta visión. El potencial, a su entender, es mucho. Asegura que el 20% de la producción exportable termina en las calles dominicanas sin ningún valor (por ejemplo, productos orientales) porque no están procesados y no tienen la calidad suficiente para ser competitivos como productos primarios. “No califican para exportarse (por razones de forma o tamaño) y tú lo puedes procesar y lo puedes enviar al mercado internacional”.

Pone de ejemplo a la agroindustria MACAPI que hace guacamoles con los aguacates que no exporta. O el caso de La Famosa, que no pueden entrar a un mercado como el de Puerto Rico o el de la Costa Este de Estados Unidos con productos como el gandul con coco “simplemente porque la producción no es suficiente”.

Encadenar industria y agro, por lo tanto, se revela como un elemento clave en una estrategia de desarrollo sostenible. “Es necesario que exista un encadenamiento entre la producción y la industria, porque de otra manera no funciona. Vendiendo productos frescos los valores de venta son más bajos, y además siempre va a ver o un excedente o una parte que no es comercialmente viable hacerlo como producto fresco, que va a requerir de un procesamiento”, dice.

En cuanto al financiamiento, explica que el presidente Medina, desde que fue candidato había propuesto al país un sistema de financiamiento agropecuario de tres niveles. Un nivel que sería un banco de segundo piso, conformado por una reforma que se está trabajando para el Banco Nacional de la Vivienda y Fomento de la Producción. Un segundo nivel, una banca de primer piso, que es el Banco Agrícola de la República Dominicana, para lo cual el presidente en los primeros 16 meses de gobierno le va a inyectar 5,500 millones de pesos. Y un tercer nivel de financiamiento que son 2,000 millones que el Presidente ha dispuesto a través del FEDA, para aquellos pobres extremos que carecen de garantías de cualquier tipo, cuyo riesgo es mayor, pero que son gente que nadie las va a sacar de la pobreza sino es a través de ese apoyo financiero.

Pensando en este tercer nivel, Rodríguez concluye: “en la ruralidad se está trabajando para mejorar no sólo el sector agropecuario, sino la calidad de vida de gente que vive en las zonas rurales”.

Tomado de: http://hechoenrd.do/

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