Palabras de Ligia
Bonetti, Presidente de la Asociación de Industrias
de la República
Dominicana (AIRD), durante reunión de la Comisión General del Senado de la
República sobre Resolución Aranceles en el DR-CAFTA
Jueves 01 de mayo 2014
Dr. Reinaldo Pared Pérez
Presidente del Senado de la República
Y demás
honorables legisladores presentes
Senador Charlie Mariotti
Presidente de la Comisión de Industria, Comercio y
Zonas Francas del Senado de la República y propulsor de la resolución que nos
ocupa
Estimados todos,
Decía John
Fitzgerald Kennedy “El cambio es ley de
vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro”. Hoy, casi una década después de nuestro país
haber firmado el más trascendental de los acuerdos de libre comercio, el
DR-CAFTA, no existe una mejor frase que se identifique con nuestros
pensamientos.
La
economía dominicana está viviendo una década de profundos cambios en que las
políticas industriales activas han quedado rezagadas en un entorno
internacional de apertura comercial que fuerza a una competitividad global y que
nos obliga a tomar en cuenta las necesidades locales de desarrollo sostenido,
de equidad social.
Parecen
dos dimensiones contrapuestas, pero no lo son. Si queremos contar con una base
productiva que favorezca la equidad social estamos obligados a que esa base
productiva sea competitiva, genere ingresos al país, se cambien las condiciones
actuales de nuestra balanza comercial y se superen los déficits que arrastramos
como son el déficit cuasi fiscal, el déficit fiscal y el déficit de cuenta
corriente.
Un panorama difuso
Somos una economía que crece con
tantas paradojas que es probable que a la vuelta de un tiempo no muy largo nos
encontremos con un desenlace que pocos desearíamos: una nación con poca
viabilidad social y económica, dependiendo de flujos inestables de remesas,
inversión y préstamos y no pudiendo solucionar sus más apremiantes y graves
problemas.
Para detallar más adecuadamente este
panorama que brevemente acabamos de externar, tenemos que decir que en
República Dominicana mientras el crecimiento del PIB promedió un 6.0% en el
período 2005-2012, lamentablemente el crecimiento de las exportaciones en
términos reales promedió un 2.0%. Esto contrasta con países exitosos como Taiwán
y Corea del Sur cuyo PIB creció en ese mismo período en un 4%, pero sus
exportaciones crecieron un 6 y 8% respectivamente, o con un ejemplo más cercano a nosotros como Colombia,
país el cual después de haber reforzado su política de desarrollo industrial ha
logrado que sus exportaciones y su PIB se encuentren creciendo a igual ritmo de
5%.
Lamentablemente la industria
dominicana ha pasado de representar el 32% de la estructura del PIB en el 2004
a representar el 26% en el 2013. Sin embargo, podríamos decir que, gracias a algunas
puntuales políticas y acciones enfocadas hacia el sector industrial, hemos
logrado que la reducción de nuestra participación en la economía se mantenga en
el mismo nivel desde el 2008 a la fecha.
Desafortunadamente el impacto negativo
ha sido mayor en el empleo en la industria manufacturera; sector que es
considerado como uno de los que mayores beneficios y derechos laborales otorga
a sus empleados. Desde la firma del DR-CAFTA la industria manufacturera pasó de
más de 500 mil empleos en el 2004 a poco menos de 400 mil en el 2013, para una
pérdida total de 21%. Esto es grave: hemos perdido en menos de una década uno
de cada cinco empleos. Sin embargo, ante un panorama tan desalentador debemos
decir que a partir del 2009 la pérdida de empleo en el sector se ha controlado,
y de hecho hemos recuperado alrededor de 21 mil empleos.
Esto contrasta con la velocidad en
que se ha generado empleo en la Administración Pública y en Defensa, que ha
sido 2.2 veces superior al empleo formal en el sector privado. Lo que se debe a
que el sector público ha venido a jugar el papel de mayor empleador en
sustitución de los sectores productivos. Esto es insostenible.
Hemos
hecho poco, pero hemos hecho algo. Gracias a la agenda que hemos desarrollado,
a partir del 2008 nuestras exportaciones han crecido un 5.0%, sin embargo, el
crecimiento de las importaciones ha sido a un ritmo muy superior a las
exportaciones en dicho período.
El
resultado es un déficit comercial con la mayoría de nuestros socios. En el caso
de Estados Unidos, hemos pasado de una balanza comercial positiva en el año 2004
a un déficit comercial cercano a 3 mil millones de dólares en el año 2013. Esto
es alarmante señores senadores. Y este déficit no se debe a qué hemos reducido
nuestras exportaciones hacia Estados Unidos, es que las importaciones
provenientes de ese país se han incrementado en un 56%. Y todavía no ha llegado lo peor, que es
cuando entren en tasa cero nuestros productos agrícolas.
Con
Centroamérica el panorama no es tan distinto.
Aunque registramos una reducción significativa del déficit a partir del
2011, producto sobre todo de nuestras políticas de defensa comercial y el
incremento de nuestras exportaciones hacia esos países, que son mayores a las
de la región si la calculamos per cápita.
Como
podemos ver, a partir del 2005 el déficit de la cuenta corriente se ha
incrementado significativamente, llegando a alcanzar en algunos años cifras de
más de 4 mil millones de dólares.
Para
financiar este gran déficit el país ha tenido que acudir a mayores
endeudamientos, lo que ha provocado que los niveles de deuda pública del sector
no financiero como proporción del PIB casi se triplicaran desde el 2000 al
2013, y que el servicio de la deuda, esto es el pago de intereses y
amortizaciones, representen el 38% en el
2013 del total de los ingresos fiscales.
El servicio de la deuda pública
implica, por lo tanto, casi cuatro de cada diez pesos de ingresos tributarios
de nuestro gobierno, lo que restringe su capacidad de maniobra para apoyar a
sus sectores productivos e implementar políticas sociales. Esto, señores del
Senado, es económica, social y políticamente insostenible. Solo el apoyo a los sectores productivos y a
las exportaciones podría revertir este círculo vicioso.
Honorables legisladores, hace diez
años, cuando iniciamos la firma consecutiva de acuerdos de libre comercio, nos
cansamos de advertir lo que podría ocurrir si no acompañábamos la apertura de
mercados con políticas de desarrollo industrial y fomento a las exportaciones.
Y es lo que ha sucedido. A pesar de que hemos realizado cientos de estudios y
pactado acciones para apoyar los sectores productivos, nuestros problemas
estructurales siguen ahí, guiados por un modelo económico que prioriza el
endeudamiento, los sectores de servicios y las importaciones vs. la producción.
Cómo
es posible que siendo sólo la manufactura local el sector que más recaudaciones
aporta al fisco, con alrededor de 35% del total de ingresos fiscales, y
representando más de una cuarta parte de la economía dominicana, apenas recibamos
un 7% del total de la cartera de crédito de la banca en el país. Añadan a esto que en República Dominicana no
contamos con instrumentos financieros de apoyo a la producción, innovación y
exportación, con las que cuentan ya otras naciones vecinas y qué gracias a
nuestras normas bancarias es mil veces más fácil obtener un préstamo para un
vehículo, que para adquirir una maquinaria.
La propuesta
industrial
Los
industriales no tememos a los cambios. De hecho, el corazón de cualquier
industria que busque ser competitiva es el cambio permanente, la búsqueda
consistente de mayor eficiencia, mayor competitividad… el quehacer de los
industriales es sin descanso.
Desde
la firma del DR-CAFTA, en el año 2005, dimos la voz de alerta del impacto que
traería dicho tratado sino tomábamos las acciones necesarias y cambiábamos
nuestro modelo económico para hacer énfasis en los sectores transables de la
economía. Por lo tanto, el primero de enero del 2015, fecha en que se
desgravarán casi la totalidad de los bienes manufactureros, no es una novedad
para nosotros. Siempre fue un horizonte a tomar en cuenta que nos desafió en
todo momento y que nos continúa desafiando para ejecutar las políticas que nos
permitan competir. Fue por eso, que
desde ese mismo año impulsamos iniciativas de equidad fiscal para hacernos más
competitivos, algunas de las cuales no fueron puestas en ejecución y otras
revertidas.
Dos
años después, en el 2007, celebramos el
Primer Congreso de la Industria y definimos una estrategia de desarrollo
industrial 2007-2012, logrando así la aprobación de la Ley 392-07 que creó
Proindustria. A su vez, en esa estrategia nos enfocamos en desarrollar agilidad y
flexibilidad siendo uno de los ejes la creación de clústeres manufactureros y
los encadenamientos productivos.
Proindustria: Un
caso de Éxito.
Aunque
de manera insuficiente, la Ley de Proindustria, aprobada con el oportuno apoyo
del Senado de la República, ha permitido paliar el impacto negativo del
DR-CAFTA.
Gracias
a esta ley, un conjunto de industrias han generado más de 8,500 empleos
directos y han incrementado el pago a la seguridad social de de 1,600 millones de
pesos en el 2007 a 3,600 millones en el 2012. Esto demuestra que la Ley 392-07
ha sido un instrumento válido para la generación de empleos formales de mayor
valor agregado.
Señores
legisladores: la Ley de Proindustria no es un sacrificio para el Estado, es una
política acertada de promoción del empleo, la modernización del parque
industrial, las exportaciones y la competitividad industrial. Para muestras, un
botón.
Las
industrias calificadas en dicha ley, han incrementado el pago del ITBIS de 6,000
millones de pesos en el 2008 a 12,000 millones en el 2012 y han incrementado
sus ventas reportadas en más de 70,000 millones en apenas 5 años.
Por
otra parte, según datos suministrados por la DGII, gracias a la facilidad
establecida en la Ley de Proindustria de reinversión de utilidades, que se
venció hace más de un año sin que hasta el momento se haya podido renovar por
falta de voluntad política, las empresas industriales han llegado a invertir
hasta 6 mil millones de pesos en la adquisición de nuevas maquinarias y
equipos, lo que evidencia el interés real de los industriales de modernizar sus
instalaciones para poder competir a nivel global.
El
incremento de las exportaciones de las empresas calificadas en Proindustria ha
sido otro resultado evidente de la Ley, pues las mismas se han incrementado en
un 58% desde el 2008 al 2011. Sin embargo, a pesar de este incremento, las exportaciones
de esas mismas industrias apenas representan el 14% del total de sus ventas.
Esto es insuficiente para alcanzar la meta que nos propusimos y que está
plasmada en la Estrategia Nacional de Desarrollo.
La
AIRD celebró el Segundo Congreso de la Industria Dominicana en abril del 2012,
mucho más abarcante que el primero porque incluyó a la industria de zonas
francas.
Las metas que nos propusimos
Debemos recordar que algunas de las
metas que nos propusimos como industria nacional y zonas francas en el Segundo
Congreso de la Industria Dominicana para los próximos cinco años fueron:
- Incrementar las exportaciones en 11 mil millones de dólares, desde el 2012 al 2017, esto es más que duplicar las exportaciones de los niveles actuales;
- Crear 300 mil nuevos puestos de trabajo en el sector manufacturero;
- Incrementar el número de industrias en operación en un 28% para alcanzar las 10 mil industrias en el país;
- Lograr una tasa de crecimiento acumulada de 35% en cinco años;
- Aumentar de 209 a 500 las empresas que exportan más de un millón de dólares.
¿Para lograr estas metas, qué
necesitamos?
Hoy que este honorable Congreso nos
convoca y preocupado, como dijera el martes el presidente del Senado, por el
hecho de que la industria dominicana pueda venirse abajo con la desgravación
masiva de productos industriales que entra en vigencia en enero del 2015 debemos
abocarnos implementar una agenda de trabajo que no solo nos impida sucumbir
ante la feroz competencia internacional, sino salir airosos de la misma. Y
decimos implementar, porque ya la hemos definido y solo falta la voluntad de
todos para aplicarla.
Sabemos qué lo que necesitamos es:
A nivel de Política Comercial
- Adecuar los marcos legales de la industria nacional y las zonas francas. Principalmente modificar la Ley No. 392-07 sobre Competitividad e Innovación Industrial para extender la facilidad de la reinversión de utilidades en la modernización del parque industrial, que como hemos probado sus aportes superan con creces la inversión que se realiza.
- Crear el Fondo de Promoción de Exportación
- Desarrollar planes y programas para el desarrollo y defensa de las exportaciones
- Agilizar los registros sanitarios, que duran hasta más de un año en Salud Pública
- Facultar al Cuerpo Diplomático en Promoción de Exportaciones
- Poner en vigencia la Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE)
- Aprobar el proyecto de Ley de AduanasApoyar programas de producción más limpia y sobre todo garantizar facilidades para que las industrias puedan obtener sus permisos ambientales.
En cuanto al financiamiento
- Creación del Banco de Desarrollo y Apoyo a las Exportaciones
- Aprobación de un sistema de Garantías Recíprocas para mejorar el acceso al crédito para el sector industrial y las PYME
- Revisión del Reglamento de Evaluación de Activos (REA) para el sector industrial
En lo que respecta a encadenamientos productivos:
- Fomentar los clústeres industriales y sobre todo, promover un compromiso de Estado para las compras y contrataciones de la Producción Nacional, pues no es posible que nuestras instituciones públicas sean los mayores importadores de productos que fabricamos en el país.
A nivel de infraestructura:
- Debemos resolver de una vez por todas el principal factor que nos resta competitividad: el servicio eléctrico, para hacerlo competitivo y confiable y eliminar el cada vez más creciente subsidio.
- Convertir a República Dominicana en el Hub y líder del Caribe y desarrollar zonas de actividades logísticas y parques industriales, así como centros logísticos para Haití y Puerto Rico.
- Por otro lado, es imprescindible garantizar la libre contratación del transporte de carga, para evitar las prácticas monopólicas de los empresarios del transporte y aprobar la Ley de Movilidad, Tránsito, Seguridad Vial y Transporte Terrestre.
En cuanto al fomento del empleo formal:
- Es necesario hacer atractiva la formalización de las PYME, readecuando y modernizando nuestro Código de Trabajo y establecer lograr la ampliación del plazo para el pago del ITBIS para que se cobren las facturas y no cuando se generan.
En torno a la educación para el trabajo
e I+D+I
- Es importante reglamentar e impulsar las pasantías universitarias.
- Crear fondos especializados para proyectos de emprendurismo.
- Creación incentivos o captación de recursos para financiamiento de iniciativas de innovación y establecer un marco conceptual para los sistemas de medición contable de I+D+I, entre otros.. Apoyo Institucional al Sector Manufacturero
En lo relativo al apoyo institucional al sector
manufacturero, se requiere:
- Debemos fortalecer el Ministerio de Industria y Comercio y la Mesa Presidencial de Seguimiento a la Política Industrial, pero sobre todo debemos tener una verdadera actitud de servicio a nuestros sectores productivos, para que no tengamos que dar tantas vueltas para lograr permisos y que cada funcionario cumpla con su papel.
Señores legisladores:
Construir juntos el futuro no se trata
de un simple decir. Se trata de mirarnos con sinceridad para reconocer nuestras
coincidencias y trabajar en disminuir nuestras discrepancias. Tenemos la
certeza de que nos esperan tiempos difíciles pero podemos, podemos porque
tenemos un sector industrial que cree en su país, contamos con dominicanos
deseosos de producir y recursos humanos con aptitudes favorables.
República Dominicana es un país lleno
de oportunidades que cuenta con una economía diversificada, con una ubicación
geográfica privilegiada, con una estabilidad económica, política y laboral que
muchos envidiarían y con recursos naturales valiosos que nos permiten una
producción agrícola importante, proveer minerales y ofrecer zonas paradisíacas
para el turismo y sobre todo un sector industrial consciente de estas
realidades que afinca sus raíces y apuesta al país.
La competencia entre los países se
hace cada vez más atroz por la atracción de inversiones e incrementar las
exportaciones. Por ello, se necesita un Estado que promueva la colaboración
entre los sectores público y privado para generar riqueza.
Estamos viviendo una etapa vertiginosa
que NO nos dará́ tregua. Por ello, debemos seguir trabajando para multiplicar las
inmensas riquezas que poseemos. Ese es nuestro compromiso. Compromiso con
nuestros trabajadores, con nuestros conciudadanos, con nuestros padres, con
nuestros hermanos, con nuestros hijos.
Es
posible un futuro de mayor bienestar y oportunidades, a través de la construcción
de un país industrializado, pujante y lleno de orgullo por lo que somos capaces
de hacer, por nuestras realizaciones. Un país en el cual se minimice la
pobreza, se genere una mayor igualdad de oportunidades, impere la ley y aumente
la productividad nacional.
A
ustedes les reclamamos ser parte de ese cambio, ayudarnos a no perdernos el
futuro que podemos construir cada vez más nosotros y cada vez menos el azar.
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