Un
motivo de orgullo
Momento del Panel "Encuentro de Generaciones". Junto a mi, dos sucesores. |
Para mí
es un motivo de orgullo que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a
través del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) nos haya contratado como consultor para
escribir la historia de caso del Proyecto
de Implantación de Protocolo de Familia y Ámbitos de Gobierno en PYMES
Dominicanas de la Región Norte, implementado por la
Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN).
Tuve la oportunidad, en ese proceso, de entrevistarme con
más de 40 empresarios –fundadores y posibles sucesores o sucesores en
ejercicio- de diversos empresas, formar grupos de discusión, moderar un panel
organizado por la AIREN con la temática en que participaron tres jóvenes
sucesores y tres fundadores y al que asistieron más de 100 empresarios de la
región norte… En fin, que este contacto cara a cara, cuando nos recibían en sus
negocios o cuando se trasladaban a los locales donde nos encontraríamos, me
permitió percibir el enorme entusiasmo y esperanza de los propietarios y
sucesores de las pequeñas y medianas empresas del Cibao.
Vale la pena.
El éxito de una empresa familiar, como indicó un consultor internacional,
requiere que vaya bien la rentabilidad y que también vaya bien la armonía
familiar. En ambas direcciones el proyecto fue un éxito.
En lo de la rentabilidad porque organizó mejor cada uno
de los negocios, dotándolos de declaración de visión, misión, valores;
haciéndoles conscientes del entorno de mercado en que compiten, organizando los
órganos de gobierno interno (tanto el órgano de propiedad o accionistas, como
el órgano familiar y el órgano de la empresa).
En la dinámica familiar porque evidentemente la sucesión
genera conflictos. Tensiones, confrontaciones. Esta situación es “normatizada”
mediante la redacción de un protocolo familiar en el que participan todas las
partes –tanto fundadores como sucesores y otros miembros de la familia-. Un proceso
intenso de negociación que resulta en un documento llamado “protocolo” y que
los integrantes de la familia propietaria firman públicamente. De lo cual, como
dice Monseñor De la Rosa (obispo de Santiago) en su columna en El Caribe: “doy
fe” de lo muy positivo de este paso.
Es
decir que…
Las
empresas familiares requieren, para continuar siendo tales, la incorporación de
la familia –especialmente descendientes- como continuadores del esfuerzo
original de los fundadores. Es en ese proceso en donde muchas no toman el
camino de la continuidad, sino que venden o simplemente cierran o quiebran,
dejando de existir en el tránsito de una generación a
otra. Es el problema de la sucesión.
Sin embargo, otro tema tan importante como este es la
necesidad de que dichas empresas alcancen niveles de profesionalización que
haga posible que las generaciones futuras se sientan a gusto trabajando en
ellas, con el mínimo de conflicto y con el máximo de rendimiento.
Organizar la sucesión e implementar los órganos de
gobierno se convirtió en el punto neurálgico de este proyecto. Poder contarlo,
se ha convertido para mí en un motivo de orgullo. Por eso hoy estoy en
Santiago.
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