jueves, 29 de mayo de 2014

EMFAMILIA / Motivo de orgullo



Un motivo de orgullo
Momento del Panel "Encuentro de Generaciones".
Junto a mi, dos sucesores.

Para mí es un motivo de orgullo que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN)  nos haya contratado como consultor para escribir la historia de caso del Proyecto de Implantación de Protocolo de Familia y Ámbitos de Gobierno en PYMES Dominicanas de la Región Norte, implementado por la Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN).
Tuve la oportunidad, en ese proceso, de entrevistarme con más de 40 empresarios –fundadores y posibles sucesores o sucesores en ejercicio- de diversos empresas, formar grupos de discusión, moderar un panel organizado por la AIREN con la temática en que participaron tres jóvenes sucesores y tres fundadores y al que asistieron más de 100 empresarios de la región norte… En fin, que este contacto cara a cara, cuando nos recibían en sus negocios o cuando se trasladaban a los locales donde nos encontraríamos, me permitió percibir el enorme entusiasmo y esperanza de los propietarios y sucesores de las pequeñas y medianas empresas del Cibao.
Vale la pena. El éxito de una empresa familiar, como indicó un consultor internacional, requiere que vaya bien la rentabilidad y que también vaya bien la armonía familiar. En ambas direcciones el proyecto fue un éxito.
En lo de la rentabilidad porque organizó mejor cada uno de los negocios, dotándolos de declaración de visión, misión, valores; haciéndoles conscientes del entorno de mercado en que compiten, organizando los órganos de gobierno interno (tanto el órgano de propiedad o accionistas, como el órgano familiar y el órgano de la empresa).
En la dinámica familiar porque evidentemente la sucesión genera conflictos. Tensiones, confrontaciones. Esta situación es “normatizada” mediante la redacción de un protocolo familiar en el que participan todas las partes –tanto fundadores como sucesores y otros miembros de la familia-. Un proceso intenso de negociación que resulta en un documento llamado “protocolo” y que los integrantes de la familia propietaria firman públicamente. De lo cual, como dice Monseñor De la Rosa (obispo de Santiago) en su columna en El Caribe: “doy fe” de lo muy positivo de este paso.
Es decir que…
Las empresas familiares requieren, para continuar siendo tales, la incorporación de la familia –especialmente descendientes- como continuadores del esfuerzo original de los fundadores. Es en ese proceso en donde muchas no toman el camino de la continuidad, sino que venden o simplemente cierran o quiebran, dejando de existir en el tránsito de una generación a otra. Es el problema de la sucesión.
Sin embargo, otro tema tan importante como este es la necesidad de que dichas empresas alcancen niveles de profesionalización que haga posible que las generaciones futuras se sientan a gusto trabajando en ellas, con el mínimo de conflicto y con el máximo de rendimiento.
Organizar la sucesión e implementar los órganos de gobierno se convirtió en el punto neurálgico de este proyecto. Poder contarlo, se ha convertido para mí en un motivo de orgullo. Por eso hoy estoy en Santiago.

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