¿Nada cambiará sin un choque externo?
Eduardo
García Michel
En el
estudio publicado por el Banco Mundial correspondiente al año fiscal 2012-2013,
titulado “Renta o reformas: la economía política del desarrollo en República
Dominicana”, se dice que “en el corto plazo (ciertamente durante el mandato de
las autoridades recién electas), la estabilidad y la continuación del status
quo de la economía política luce ser con creces el escenario más probable.
Existen pocas indicaciones de que el sistema político en la República
Dominicana atravesará un levantamiento considerable…”
El estudio,
de acuerdo a nuestra interpretación, describe un panorama desalentador para una
sociedad como la dominicana que parece colgada en el tiempo sin perspectivas de
cambios profundos, presa del clientelismo, de la falta de concordancia entre
liderazgo y capacidad de transformación de la sociedad y solución de los
problemas básicos. A lo que se agrega la ignorancia de las grandes masas, la
mermada visión de la clase sindical, la falta de perspectiva de largo plazo de
la clase empresarial, el desprecio y renuncia de la clase media a asumir roles
más significativos.
Según los
autores del estudio, en su investigación se encontraron con un supuesto
hallazgo, que califican de rompecabezas, que consiste en la comprobación de que
los dominicanos parecen estar contentos con el status quo, ya que no se percibe
ni un fuerte descontento ni llamados al cambio ni se advierte una pérdida de
credibilidad de los partidos políticos. No obstante, desde nuestro punto de
vista esos hallazgos pudieran resultar engañosos y estar ocultando una realidad
distinta.
El
consuelo expresado por los autores de este estudio, es que “esto no significa
que nada cambiará. Puesto que “en ausencia de un shock externo importante, la
economía política dominicana puede continuar “abriéndose paso” a través de los
desafíos pendientes, mientras se permite que su sistema político evolucione de
forma gradual.”
Magro
consuelo. Los autores esbozan la esperanza de que la expansión de la clase
media le permita encabezar el proceso de cambio hacia un sistema en que el
liderazgo político y las campañas electorales sean conducidos en base a
programas creíbles conectados con la necesidad de soluciones efectivas a los
grandes problemas, en vez de constituirse en espectáculos de carnaval en que
predomina la imagen y el mercadeo intrascendente.
Por eso
el estudio perfila un escenario en que “las perspectivas de reforma continuarán
siendo opacas, especialmente para reformas importantes, como la reforma
energética o la reforma educativa. Entre la política electoral enfocada en el
clientelismo y el peso de los intereses creados en cada sector, luce
extremadamente improbable que se registre un gran avance de parte de un líder
emprendedor de políticas.”
Ese
juicio de los autores del estudio fue emitido cuando el gobierno actual
presidido por Danilo Medina apenas empezaba. ¿Acaso se convertirá el actual
Presidente en ese líder “emprendedor de políticas”, que el estudio menciona
como “extremadamente improbable?
Da la
casualidad de que en cuanto a la primera reforma mencionada, acaban de
convocarse las reuniones para la discusión del pacto eléctrico y de aquí a seis
meses se sabrá su resultado. En particular se conocerá si se orientará hacia la
puesta en vigencia de la ley de electricidad con miras a un mercado
competitivo, o hacia la adecuación de la ley para buscar acomodo a todas las
violaciones que han tenido lugar y a los intereses correspondientes.
Con
respecto a la segunda, la reforma educativa, las autoridades han emprendido un
proceso que se encuentra en la primera fase de levantamiento de las estructura
física escolar, o sea las aulas, y la puesta en vigencia de la jornada
extendida. En el futuro cercano habrá que enfocarse en la cantidad, calidad,
vocación y disciplina de los maestros; en el contenido de la enseñanza y en el
cumplimiento riguroso del horario y programas; y en verificar si efectivamente
los alumnos aprenden, entienden y comprenden más, por lo menos lo suficiente
para que puedan ir disminuyendo el abismo en formación que los separa de los
alumnos del mundo desarrollado. Entonces podrá determinarse si se está o no en
el camino de formar un dominicano diferente, preparado para enfrentar los retos
del futuro.
El
estudio plantea, dentro de una concepción paternalista, que “una crisis podría
abrir el espacio para que la comunidad internacional ejerciera su influencia,
particularmente en las reformas que tienen implicaciones macroeconómicas y
fiscales.”
¡Zafe!
Las reformas pueden y deben hacerse con ímpetu interno. Y el país, sus
autoridades, el liderazgo y la población deberían convencerse de que tiene que
ser así; de lo contrario no habrá cambio alguno, salvo en apariencia.
Esta
sociedad requiere con urgencia que el grupo que conforma el liderazgo político,
social, económico, e intelectual se reúna a puertas cerradas, sin opción a
salida hasta que termine la discusión, para ponerse de acuerdo y decidir sobre
las principales medidas y transformaciones a ser introducidas, en especial las
impopulares pero imprescindibles, con el compromiso de que sean asumidas como
responsabilidad de todos, lo cual evitaría que se cumpliera la profecía de que
para enmendar, cambiar, transformar, se requiere el surgimiento de una crisis y
el espejismo de la tutela externa bondadosa y paternalista.
No, eso
no. Y menos ahora.
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