Pajas
para garzas
Víctor
Bautista / Consejero de Comunicación Estratégica
Desesperadas y con
mucha premura, ciertas instancias estatales tratan de convencernos de que han
logrado avances en el primer año de gobierno mientras que, condescendientes y
acríticos, algunos medios de comunicación le prestan ayuda para construir su
ilusión óptica. Sin embargo, los enunciados difundidos como metas alcanzadas no
resisten el análisis y en una lectura plana, sin mucho esfuerzo interpretativo,
sale a relucir el intento por tomar el pelo a los incautos bajo un supuesto
alojado en el subconsciente de algunas cabezas retorcidas: el dominicano sólo
lee titulares. Como saben que pronto exhibirán el refajo –y que el crisol del
tiempo inexorable es determinante- tratan de ganar terreno en una franja de la
opinión pública sumida en su insoportable levedad que no trasciende los
encabezados de las noticias, en algunos casos por razones pecuniarias y no por
inocencia o falta de conocimiento. Desde que tomé el recodo para ir hacia la
comunicación corporativa como ejercicio profesional, he aprendido que no existe un discurso más poderoso que aquél
anclado en cadenas de hechos incontrovertibles. Es el único que gana respeto,
admiración y capital reputacional. La estrategia de comunicación articulada
sobre la base de mentiras o verdades a medias tiende a desinflarse en corto
plazo y, por supuesto, acarrea crisis de imagen mucho más costosa de subsanar.
Puede devenir también en una bola de nieve creciente, destructora de los
cimientos de la misma fuente que la generó. El maestro Manuel Quiterio Cedeño
siempre nos advertía –cuando apenas balbuceábamos en periodismo- sobre la
plataforma viciada del “declaracionismo”, una práctica propia de políticos,
sindicalistas, funcionarios, empresarios, líderes comunitarios y otros, quienes
cifran el éxito de sus proyectos en la
cantidad de citas conseguidas en los periódicos o apariciones en televisión. Lo
peor es que hablan de sí mismos, se autoevalúan desde un “yo impúdico” ante la
imposibilidad de que, voluntariamente, lo hagan terceros seducidos por las
realizaciones, que son el mejor testimonio.
Lo demás es paja para garzas y risibles rendiciones de cuentas.
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